La sociedad político-mediática es profundamente rastrera
Carlos Herrera ha criticado «los escraches de periodistas» que en los últimos tiempos sufrió la ex alcaldesa de Valencia Rita Barberá a las puertas de su domicilio y en otros lugares que frecuentaba–La prensa de papel se lanza a degüello contra el PP: «A Barberá le negaban el saludo como a una leprosa»–.
España es un país que despide bien a sus muertos, hasta el más malo. Pero la sociedad político-mediática es profundamente rastrera.
Hay una mayoría que despide a Barberá reconociéndole sus méritos, y hay otros que no saben comportarse, y no hablo precisamente de las ratas que pululan por las redes sociales.
En su editorial de este 24 de noviembre de 2016 en ‘Herrera en COPE’ ha dicho que–Otro podemita buscando hacer méritos ante Iglesias: «Quemaría a Barberá para calentar a una familia sin recursos»–:
Rita Barberá, como dice mi admirado Raúl del Pozo, murió rodeada de odio. Víctima de escraches diarios, escraches que le hacían los propios periodistas que supuestamente iban a informar a la puerta de su casa para luego dedicarle horas enteras en laSexta, donde fuera.
Escraches diarios, y en cuyo balance no cuenta los años que tranformó una ciudad como Valencia. Ahora hay exceso de rasgamiento de vestiduras, también en el PP que ahora la defiende.
La sobrecogedora premonición de Cospedal sobre Barberá hace nueve meses
Algunos de los del PP le negaban el afecto, los mismos que dieron que ya no tenía dignidad, marcada al milímetro por medios, por televisiones, por podemitas y por extrema-izquierda que en este país está presente en medios de comunicación y juzgados.
¿Cuántos jueces del montón a los que le gusta coleccionar imputados luego no llegan absolutamente a nada después de dilatar procesos y cuando los casos se quedan en nada después de destruir la vida de investigados se quedan tan panchos y no les pasa nada?