Federico Jiménez Losantos necesitó unos segundos para desquiciar a Pablo Echenique y sus ‘feminazis’.
El presentador de ‘Es la Mañana de Federico’ se pitorreó este 21 de octubre de la portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, Alejandra Jacinto, durante su conversación con el exdiputado de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta.
En tono de humor, el periodista comentó: “Me gusta más la Alejandra Jacinto, la de Podemos, una que lleva dos tallas menos de lo que le corresponde. Que va como embutida, regordía y tal”.
A lo que agregó: “Esta dice unas gansadas propias de Pablo Iglesias o de Lilith Verstrynge, no sé quién hace ahora los guiones. Y entonces ya lo más divertido de cuando habla Alejandra Jacinto es ver la cara de Ayuso”.
La primera en reaccionar a las palabras de Losantos fue la propia Jacinto: “Este señor parece obsesionado con el físico de las mujeres y, en particular, con el mío últimamente. No es solo machismo, es que le molesta que las mujeres jóvenes hagamos política. Para que luego digan que no hace falta educación feminista en la escuela”.
Este señor parece obsesionado con el físico de las mujeres y, en particular, con el mío últimamente.
No es solo machismo, es que le molesta que las mujeres jóvenes hagamos política.
Para que luego digan que no hace falta educación feminista en la escuela. pic.twitter.com/HDIjf338Ay
— Alejandra Jacinto (@AleJacintoUrang) October 21, 2022
Pablo Echenique no dudó en sumarse a los ataques con un irónico tuit. “Señor alto, joven, guapo y sin problemas para pronunciar la R se mete con el físico de Alejandra Jacinto”, indicó el portavoz de Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados.
Señor alto, joven, guapo y sin problemas para pronunciar la R se mete con el físico de @AleJacintoUrang. https://t.co/1hN20Bvqnw
— Pablo Echenique (@PabloEchenique) October 21, 2022
Irónicamente, la indignación feminista de Podemos es selectiva y no se activa cuando se escucha a Echenique lanzar cánticos como: “chúpame la minga, Dominga” o con el largo historial de actitudes machistas y patriarcales de Pablo Iglesias.
Los episodios machistas de Iglesias
Y como el episodio de los ataques contra Mariló Montero está más que manido, aquí recordamos otros cinco momentos en los que Iglesias sacó su cara más patriarcal e incluso de gañán supremo:
- La tarjeta del móvil de Dina Bousselham: El vicepresidente mantuvo, entre 5 y 36 meses, en su control la tarjeta del móvil de Dina Bousselham, donde había conversaciones personales e imágenes íntimas de su exasesora. ¿El motivo?, para “protegerla”, según admitió el vicepresidente segundo.
- El guiño a una tertuliana: Sucedió con Pilar Gómez (La Razón). En plena tertulia política en ‘Al Rojo Vivo’, el líder de Podemos le guiñó un ojo a la periodista y esta no se anduvo con rodeos: «A mí personalmente no me gusta que me guiñen el ojo ¿lo puedo decir o no? Pues sí, me ofende, al igual que a él le ofende que yo le trate de tú o de usted, a mí no me gusta. Me molesta que en un debate político me guiñen un ojo».
- Elogio venenoso a la vestimenta de una periodista: En una rueda de prensa en el Congreso, Pablo Iglesias intento burlarse de la periodista Ana Romero, quien le había preguntado si su decepcionante resultado electoral afectaba a sus intenciones de pacto de Gobierno. «¡Qué bonito abrigo de piel llevas!», se limitó a declarar el dirigente podemita, mientras sus compinches y la propia Irene Montero sonreían como lelos .
- Ofrece su despacho para un encuentro sexual: Iglesias tampoco dudó en ofrecerse como ‘celestino’ para que un diputado suyo, Miguel Vila, tuviera un ‘affaire’ sexual con la popular Andrea Levy. Fue durante la investidura fallida de Pedro Sánchez cuando el líder podemita manifestó que Levy «se calienta» con el diputado de su partido Miguel Vila y aseguró que ofrecía su despacho para que «ambos se conozcan mejor».
- Se dirigía a las alumnos por su aspecto físico: En su época de profesor en la Universidad Complutense de Madrid se dirigía a sus alumnas por sus rasgos físicos, mientras que a los chicos les llamaba por su nombre. Así, las chicas podían ser «rubita» o incluso «gordita».