Empezó como humilde periodista deportivo en TV3
El hombre al que sus admiradores describen como el «nuevo Polanco» y sus detractores como el «Rupert Murdoch de Zapatero», no es un personaje vulgar. Su ascenso ha sido fulgurante.
Jaume Roures, nacido en 1950 en Barcelona, fue periodista deportivo en los inicios de TV3 y actualmente es propietario de un 33% del grupo mediático Mediapro, entre cuyas publicaciones se encuentra el diario Público y el canal de televisión laSexta.
Todo con el apoyo del PSOE, partido al que Roures -catalanista y de izquierdas- hace continuos y enormes favores.
De de apariencia modesta y taciturna, rara vez se le ha visto con traje y corbata, pero acumula una enorme fortuna, a pesar de lo cual no tiene chofer ni anda rodeado de secretarias. El mismo, Blackberry en mano, hace sus llamadas, cierra citas y mueve su creciente imperio.
Usa un tono de voz casi apagado, nunca una palabra más alta que la otra:
«No me pongo nervioso nunca. Cuando algo no me gusta, me voy».
Tiene una vida privada muy discreta: sólo dirá que tiene tres hijos, de dos mujeres distintas.
Es millonario, pero lejos de renegar de su pasado trostkista en Barcelona -en su juventud militó en la Liga Comunista Revolucionaria y en la IV Internacional-, lo reivindica plenamente. No oculta que su hija mayor, Montserrat, nació en Nicaragua en plena revolución sandinista.
«Mis ideas no han cambiado nada. La crisis actual demuestra los fallos del capitalismo y da actualidad al mensaje de Marx».
Afirma haber pasado, durante su etapa de juventud militante, «seis o siete veces», dos años en total, por las cárceles franquistas y que allí, encerrado, aprendió mucho: «devoraba libros, reflexionaba, jugaba a ajedrez y al frontón-tenis».
Jaume Roures es vehemente cuando se habla del extraño cóctel entre marxista impenitente y tiburón de las finanzas.
«¿Por qué un comunista no puede pensar en comer? Es curioso que no se someta a este tipo de paradojas a un católico… De toda maneras, yo gano dinero para servir a mis ideas».
Los fastuosos beneficios acumulados a la sombra de sus contactos y gracias a su productora, le han servido para lanzar un periódico de izquierdas, Público, que nació con vocación de rebasar a El País por la izquierda pero que no ha terminado de cuajar y sigue siendo muy deficitario, y le han permitido producir películas «ideológicas» con fibra social, desde «Comandante» de Oliver Stone (un documental sobre Fidel Castro), a «Salvador» de Manuel Huerga (sobre el anarquista catalán Puig Antich, ejecutado por Franco en 1974), pasando por «La vida secreta de las palabras», de la catalana Isabel Coixet (sobre las violaciones en Bosnia).
Profesa sin remilgos de anticlerical, nacionalista catalán y de odiar a la derecha.
Una de las claves del éxito de Mediapro ha sido la habilidad de Roures y de su equipo más íntimo, para fagocitar contratos, contactos y negocios ajenos.
Casi todos los importantes, trabajaron inicialmente en los canales de televisión autonómicos y luego se lo montaron por su cuenta, pero quedándose con los derechos o con la mera intermediación.
Tatxo Benet es uno de sus principales socios. Y, como Roures, sus orígenes profesionales en el mundo del audiovisual están en TV3.
Según su biografía oficial, fue nombrado en 1987 director de Deportes, ocupando este cargo durante diez años.
Al mismo tiempo, ejerció como responsable de Deportes de la FORTA. El salto lo dio en 1996, cuando participó en la fundación de Audiovisual Sport, de la que fue su primer director general.
Dos años después, creó su propia compañía TBF Assessorament SL, dedicada a la producción y distribución de eventos deportivos y al asesoramiento a clubes, instituciones y medios.
Audiovisual Sport controla los derechos de emisión de la Liga de Fútbol Profesional, y está controlada en un 80% por Sogecable y en un 20% por TV3, de donde proceden, precisamente, Roures y Benet. Este último es, además, dueño del Lleida, equipo de segunda división.
Otro socio de MediaPro es Jaume Ferrús, director de la televisión catalana durante siete años. Posteriormente, fue nombrado director general de Canal Satélite Digital, la plataforma de televisión de pago del Grupo Prisa.
Ferrús es autor de frases de las que dejan huella: «Una televisión privada hace lo que los espectadores desean, una televisión pública lo que los espectadores necesitan».
El problema está en que las públicas se nutren cada vez más de la programación que les suministran las privadas. En particular de lo que les venden empresas como MediaPro.
El cuarto hombre es Juan Ruiz de Gauna, nombrado en 1990 director general de Sogetel, Sogepaq e Idea, con el objetivo de montar y desarrollar los negocios cinematográficos de Sogecable. Posteriormente, ejerció como subdirector general de Unión Radio y de la Cadena SER.
Y en 1995, fue nombrado director General de Telemadrid, para pasar posteriormente a dirigir Vía Digital, la plataforma de Telefónica.
Hay quien dice que fue el auténtico caballo de Troya de Polanco y de Roures en el negocio del fútbol.
A todos ellos les une haber trabajado en televisiones autonómicas; haber firmado cuantiosos contratos deportivos que han dejado en números rojos a sus empresas (desde luego no sólo por el deporte) y haberse llevado una parte del pastel para MediaPro.
Y en cada uno de los negocios el socio de referencia es Sogecable. O lo que es lo mismo: el grupo Prisa.
Eso durante una etapa, porque desde el verano de 2009 y tras el fracaso de una negociación que estuvo a punto de lograr la fusión entre Cuatro y laSexta, lo que hubiera enterrado la llamada «Guerra del Fútbol» y hubiera producido pingües beneficios tanto al Grupo Prisa como a Roures, el conflicto se ha enconado.
Con el respaldo del Gobierno ZP, que convocó con toda urgencia un Consejo de Ministros en pleno agosto para aprobar por decreto la TDT de pago, Roures lanzó Gol TV, trufó el canal de partidos de fútbol, entró en el negocio del pago por visión y abrió un nuevo y profundo agujero en las finanzas del Imperio Polanco.