El padre es un cazador de tornados y la madre cree que habla con los muertos
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El mundo en vilo… por un montaje. La televisión norteamericana, y la española detrás, logró enganchar durante varias horas a telespectadores de todo el mundo con la historia de un niño atrapado en un raro artefacto volador sin control. Pero, la realidad, era otra. Mientras los helicopteros de las cadenas televisivas de EEUU perseguian al globo, el pequeño dormía en el desván de su propia casa ridiculizando a la prensa.
Al final, Matías Prats la clavó. El niño estaba escondido en su casa del barrio de Fort Collins, en el estado de Colorado, en EEUU. Al parecer su padre, conocido por participar en realities de todo tipo, había organizado todo para tomar protagonismo en los medios de comunicación. Esto, al menos, es lo que ha dado a entender el supuesto protagonista de la historia, el ya conocido como ‘niño del globo’.
Todo indica que el padre de la criaturita necesitaba “una nueva inyección de fama”. Y la trola le ha salido muy rentable. De entrada ya tiene firmadas varias entrevistas en programas de buena audiencia televisiva en los Estados Unidos. Lo que no tiene explicación es cómo las televisiones de todo el mundo se dejaron embaucar de esa manera sin contrastar la información.
Pero el embrollo no acaba aquí. Ahora circulan dos versiones sobre el testimonio del niño-bulo. Un despacho de EFE asegura que Falcon Heene declara haber estado «en el desván. Me asusté cuando me gritó, por eso me metí allí. Pensé que me había metido en problemas», resumió el pequeño.
Muy diferente al «dijiste que todo era un show», que le espetó a su padre el pequeño Falcon en una entrevista telefónica en el progama de la CNN ‘Larry King Live’ cuando el padre le preguntaba por qué no había contestado cuando le llamaron desde el garaje.
En fin, que si el padre de Falcon quería llamar la atención, lo consiguió gracias al rídiculo de la prensa internacional persiguiendo a un extraño globo aerostático con forma de platillo volante, con helicópteros para comprobar finalmente que la cesta estaba vacía. Y Pepa Bueno, con el corazón encogido y cara de tonta. La misma que le quedó a los espectadores.