Muñecas, es el título de la columna de opinión que David Trueba publica este viernes en El País en relación a una muñeca hinchable que un aficionado sevillista sacó en la final de la Copa de El Rey.
El momento más particular tuvo lugar durante la celebración del triunfo, donde acostumbrados a que se saquen al césped niños, banderas, camisetas con dedicatorias, nunca se había visto una muñeca hinchable. La pregunta es qué clase de aficionado puede ir al estadio con una muñeca hinchable.
El cineasta cuestiona la actitud de ciertos personajes televisivos como la de Del Nido con su sombrero.
En el partido, el presidente del Sevilla no se quitó su sombrero fetiche pese a encontrarse a tres asientos de distancia del Príncipe. El protocolo hincó la rodilla ante las supersticiones. Algún día puede resultar que un presidente, convencido de que hacer bicicleta estática durante el partido trae buena suerte al equipo, se plante en el palco con la Ciclostatic. Casi nadie en el fútbol se atreve a asumir que la relevancia de este deporte obliga a cierta actitud ejemplarizante.
David Trueba critica también que, «para completar la noche» se programó una entrega de Comando actualidad sobre prostitución.
El recorrido por calles y prostíbulos a veces sonaba a telepromoción, otras, a denuncia, identificando el portal de un lugar donde los clientes se arraciman que […] al final el latiguillo de que uno de cada cuatro hombres españoles es cliente habitual de prostíbulos sonaba a regañina contra los tres que no se animan.
Va a resultar que el tipo con la muñeca hinchable en la final de Copa es un español ejemplar.