El ganador se eligió con un 50% de votos de jurados profesionales y un 50% de televotos
El mayor espectáculo europeo de entretenimiento del año se vio en panorámico y se compartió en Facebook o Twitter.
Share the moment, el lema del Festival de Eurovisión celebrado en Oslo, congregó a más de 120 millones de espectadores que este año, por primera vez, pudieron votar desde el primer momento.
Además, en esta edición 2010, el ganador se eligió con un 50% de votos de jurados profesionales y un 50% de televotos, aunque la diferencia no se notó prácticamente nada.
Con lo que no contaba nadie es que un espontáneo pudiera saltar al escenario noruego en plena interpretación de Daniel Diges y su Algo pequeñito.
La insólita interrupción le valió la posibilidad de cantar su vals una segunda vez.
Al final, el espontáneo catalán ni le perjudicó ni le benefició. La decimoquinta plaza no estuvo mal, desde luego mejor que lo logrado con Chikilicuatre y con Soraya en los dos últimos años, pero supo a poco.
La canción Satellite, interpretada por Lena, dio el triunfo por segunda vez en la historia de Eurovisión a Alemania después de Nicole y su Ein bisschen Frieden de 1982.
Turquía fue segunda y Rumanía tercera.
La llamada «Lolita alemana», una joven de 19 años de la que se ha dicho que «habla un inglés peor que un esquilador de ovejas australiano» y «se mueve con menos ganas que una muñeca articulada», se ganó al público con una canción fresca, desenfadada aunque con una letra un poco machista.
El festival estuvo también marcado por algunas ausencias motivadas por la crisis, como la Hungría, la República Checa o Andorra, que dejó a España sin los diez puntos habituales que le suele dar.
Sin embargo, volvió a contar con la participación de Georgia, que no pudo asistir a Moscú al ser descalificada por violar los términos de la participación con una canción política.
El próximo mes de mayo, con la crisis económica sin resolver, la Alemania de Angela Merkel será la encargada de organizar en Hamburgo o Berlín, la 56º edición.
Seguro que la canciller, tan escrupulosa en meter la tijera aquí y allá, no tenía previsto sacar la chequera.