Paolo Vasile, consejero delegado de Telecinco: "Lo que mata no es el éxito. Mata el fracaso. De éxito no ha muerto nadie. Al menos, yo no lo conozco"
«Cuando Pedrojota dijo sin que la mentirijilla le moviera un músculo del rostro «no le pongo cara a Belén Esteban», ella le contestó: «No me creo nada«.
Este domingo 19 diciembre 2010, es portada y protagonista de un reportaje de doce páginas en el suplemento dominical más leído en España. El País Semanal se lo dedica a El ‘show’ de Belén Esteban –hace seis meses ya le dedicó el tema principal de Ciberpaís: Belén Esteban es más importante que Greenspan en la Wikipedia española–:
Es la heroína de la nueva telerrealidad rosa. La reina de la mezcla de géneros. Siempre entre la realidad y la ficción. Que fascina a una audiencia de millones de espectadores. Sin estudios, solo con su leyenda a cuestas, ha creado un formato que convierte la vida íntima de los famosos, dramatizada sin escrúpulos, en artículo de consumo. Fuerte y frágil; madre coraje y sostén de su familia; violenta y extrema, su vida es un ‘show’. Mientras dure.
El reportaje, de Jesús Rodríguez, se titula Belén la arma. Éstas son las mejores perlas del texto:
Paolo Vasile, consejero delegado de Telecinco: «Lo que mata no es el éxito. Mata el fracaso. De éxito no ha muerto nadie. Al menos, yo no lo conozco»
El catedrático Gerard Imbert: «Belén Esteban es la quintaesencia de la degradación del discurso televisivo, donde no triunfa el que razona sino el que se impone»
«Yo misma me aburro de mí. El tiempo que voy a estar aquí [el mundo de la televisión] no pasa de cuatro ni de tres años. Y como me quede embarazada lo dejo mañana mismo»
«Mi carácter se ha endurecido. Pero no me arrepiento. Me he adaptado. Me la he jugado. Me he visto en medio de esto y soy necesaria para sacar adelante a mi familia»
«Nunca he sido manejada y menos aún en mi trabajo. La televisión te ofrece y tú eliges. No le doy explicaciones a nadie»
«Llevo diez años en televisión. Es mi trabajo. No tendré la carrera de periodista ni ningún máster como otros, pero tengo el cariño del público»
«Mi hija Andrea es muy lista. Le he explicado que tenemos que aprender a vivir con esto. Y no ve nada de esto en la tele. No la dejo, de ninguna manera»
«Hace 10 años no era como ahora. Era vergonzosa; me callaba; me aguantaba. Era la niña pequeña, la hermana pequeña, la hija pequeña; mi padre me adoraba. No crecí. Hasta que todo cambió. Hay una evolución que yo creo que es normal: Cuando te dan palos y hacen daño es cuando te espabilas y aprendes a pensar mal de la gente; te haces mala; si no, te comen. Ahora soy fuerte.»
«Nunca supe qué iba a hacer. A qué me iba a dedicar. No me lo planteaba. Era regular en los estudios, pero terminé la EGB. Pensé en un momento en ser monja. No sé… pensaba tener una familia; ser ama de casa, salir con mi marido los domingos…»
«Nunca he sido manejada, y menos en mi trabajo. La televisión te ofrece y tú decides. Nadie se mete en mi vida. No le doy explicaciones a nadie; ni a mi madre. Y mi marido, el pobre… Tomo mis decisiones. Sin consultar. Solo en cuestión de dinero, con mi representante. En esto, tienes que tener las ideas claras. El problema es que soy muy sentida y lo paso mal. Los que están criticándome todo el santo día no aguantarían tanta injusticia. Lo que dicen de mí… que soy lo peor. Y van donde la tumba de mi padre y echan arena para decir que la tengo abandonada. Es difícil relativizar cuando te atacan. El otro día le solté a otro colaborador en un pasillo que era un pedazo de hijoputa porque había dicho que soy una mala madre. ¡Cómo me voy a callar!»
«Es que tengo delante de mi casa un coche con fotógrafos de día y de noche. Me meten las cámaras en la cara. Nunca me ha llamado un periodista para contrastar. ¡Nunca! Yo vendo lo que quiero. Es mi vida. Y hago con ella lo que se me pone. Mi carácter se ha endurecido. Pero no me arrepiento. Me he adaptado. He sido arriesgada. Me la he jugado. He nacido con estrella. Me he visto en medio de esto y soy necesaria para sacar adelante a mi gente, y me enorgullece ganar para ellos. Yo mantengo a mi familia y a la otra. Tengo dos hermanos, mi abuela, mi madre… dependen de mí. Estoy orgullosa. Y gracias a ellos no me he vuelto loca. Sino, loca perdida.»
«Salí de Ambiciones a los siete meses de mi hija Andrea», recuerda Belén Esteban. «Pensé: ‘Me separo’. Estaba hasta el coño. No era feliz. Quería ser feliz. Podía seguir allí; vivir como una señora, pero no aguantaba. Tuve una discusión y me fui. Con lo puesto. No me llevé nada. Lo que me dio tiempo a echar en la maleta y mi hija en brazos. Estaba destrozada. Alguien nos llevó a la estación. No paraba de llorar. Me fui a Córdoba, a casa de unos amigos que son como mis padres, y de allí, a Madrid. Volví a casa de mis padres con mi hija. Llego y pienso: ‘¿Ahora qué hago?’. Desde jovencita, antes de irme con Jesús al campo, había trabajado limpiando, haciendo enchufes, en un burger, cuidando niños. Los hijos le dábamos a mi padre todo lo que ganábamos. No nos sobraba. Mi madre fregaba y mi padre era pintor de brocha gorda. Pero ya no era tan fácil volver a trabajar en esas cosas. Ahora me conocía la gente. Hice una exclusiva con el Hola que me pagaron muy bien para ir tirando y me salió lo de la televisión con María Teresa Campos. Al principio me acompañaba mi tía a los estudios y yo tenía miedo de soltar palabrotas. Me cortaba. Pero aprendí y no me fue mal. Llevo 10 en la televisión. Es mi trabajo. No tendré la carrera de periodista ni un master, pero tengo el cariño de la gente».
«Nunca voy a las reuniones de escaleta con los directores, donde dicen qué temas vamos a tratar. Prefiero no saberlos. Sobre todo si tienen que ver conmigo. Prefiero enterarme en el plató y saltar como me lo pida el cuerpo. A veces, cuando me entero, me tengo que morder la lengua hasta sangrar para no saltar como una fiera».
«Lo bueno de mi trabajo es el dinero; y lo malo, estar todo el día en boca de la gente. Mienten sobre ti y lo denuncias a la justicia y no pasa nada, y siguen mintiendo. Es acojonante.»
«Mi familia sabe lo que es la tele, pero no sabe lo que es esta vida. Las zancadillas y las injusticias. Solo conoce una parte. No es un mundo bueno. Y yo llevo en esto 10 años… Pero está muy bien pagado.»
«Yo vendo mi vida cuando quiero, porque es mi vida.»
«¡Nunca hago autocrítica! Ni de coña. Al que no le guste, que cambie de canal.»
«Quiero ser ama de casa. Que trabaje mi marido en un negocio que montemos. Una cadena de bares. Y yo, echándole una mano, poniendo botellines y barriendo la terraza. Yo soy muy normal, aquí donde me ves.»
«Yo misma me aburro de mí. El tiempo que voy a estar aquí no pasa de cuatro ni de tres años. Y como me quede embarazada lo dejo mañana mismo.»
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