El Abanico – La boda de la Duquesa de Alba, en el aire

Rosa Villacastín
Rosa Villacastín

Por más que a algunos se les llene la boca dando fechas para la boda de la Duquesa de Alba con Alfonso Diez, lo cierto es que los planes de celebrarla en Portugal -no en Dueñas como reiteradamente se ha publicado-, han quedado en agua de borrajas después de la reunión que el aspirante a duque mantuvo con dos de los hijos de la aristócrata -Duque de Huescar y Conde de Salvatierra- en el Palacio de Liria, el pasado 3 de febrero, y a la que asistió la propia duquesa, y los abogados de ambas partes.

Reunión, en la que, por primera vez, se pusieron todas las cartas sobre la mesa, limándose algunos aspectos, como las visitas de Alfonso a Dueñas, que no a Liria, incluso cuando allí estén los hijos, puesto que ese es el deseo de Cayetana. El tema de la boda quedó aparcado para mejor ocasión, lo que en modo alguno quiere decir que esta se vaya a celebrar, ni en mayo, como algunos apuntaban, ni parece que en septiembre, que es para cuando está previsto que se celebre una segunda reunión.

Lo llamativo es que antes de finalizar el encuentro todos los presentes se juramentaron para que nada de lo que allí se había hablado se diera a conocer a los medios de comunicación. Promesa que inmediatamente incumplió el aspirante a duque, a quién le faltó tiempo para contárselo a los periodistas afines, que no de cámara, tal y como contó en «Sálvame» Jaime Peñafiel, con quien Alfonso había mantenido una larga charla la noche anterior.

Otro de los aspectos de este romance son las filtraciones que ha hecho el propio Alfonso Diez, en el sentido de que había firmado ante notario su renuncia a heredar cualquiera de los bienes que le pudieran corresponder cuando fallezca la duquesa. Un gesto simpático, si no fuera porque es una verdad a medias. En primer lugar, cuando vas a un notario a hacer lo que se llama un «Acto de Manifestaciones» (es lo que ha hecho Alfonso), el notario lo admite, el problema es que a la hora de la verdad ese papel es nulo de pleno derecho porque va contra la Ley.

Lo que no cuenta Alfonso es que en caso de contraer matrimonio él heredaría lo que se conoce como la cuota de viudedad, lo que le supondría un buen pellizco del patrimonio de la duquesa que no esté incluido en la Fundación, lo que le permitiría pasar temporadas en algunos de los palacios que tiene la familia de Alba por España, así como heredar alguna de las colecciones de pintura que no forman parte de la Fundación de la Casa de Alba. En fin que el romance no es el cuento de hadas que nos quiere hacer creer Alfonso Diez, que no la duquesa, aunque como es lógico está encantada con el revuelo mediático que se organiza cada vez que abre la boca o pone un pie en la calle.

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