Hay tertulianos que bajan al circo como si fueran gladiadores sin darse cuenta que son la clase de personajes que al público le gusta odiar
Este no es el clásico libro de intelectual progre contra la caja tonta que aliena a las masas. Así lo dice Javier Valenzuela que acaba de publicar «Usted puede ser tertuliano» (Ed. Península). Para el autor la eclosión de las TDT y la proliferación de las tertulias y telerrealidad le dan la razón a la profecía de Andy Warhol según la que todo el mundo tendrá su momento de gloria en televisión.
En el libro ofrece algunos consejos prácticos a la hora de ponerse frente a las cámaras. Dice, por ejemplo, que el clásico truco de la televisión en EEUU es mencionar el nombre del presentador del programa en el que uno se encuentra «y así el público te considera parte de la familia».
Otro de los consejos que ofrece este periodista que lleva varios años colaborando como tertuliano en medios de comunicación incumbe a muchos de los que hoy ya forman parte de esa «familia televisiva».
«Aunque hay gente que funciona en televisión acelerándose, en general pocos consiguen pasar ese filtro. El espectador tiende a sentirse identificado con la gente que es tranquila, normal… Como ellos mismos.»
«Hay tertulianos que bajan al circo televisivo como si fueran gladiadores. Son la clase de personajes que al público le gusta odiar. (…) Algunos compañeros de tertuliano no se dan cuenta de que están haciendo el papel del villano. Si los programas les siguen llamando es porque el 70 o 80% de los espectadores les detesta.»
Valenzuela cuenta que, tal vez ahora, con el cierre y reorientación de algunas cadenas estemos llegando a la saturación. Pero lo cierto es, añade, que cuando estalló la TDT lo hizo básicamente con tertulias. Su bajo coste y mucha audiencia son las razones expuestas por el autor.
«Hay que tener en cuenta que España es un país donde ha habido tertulias desde el siglo de oro. Entonces se reunían en los corrales de comedias tras las representaciones de autores como Lope. En el siglo XIX se reunían en cafés, ateneos o casinos. Y ahora lo hacen en radios y televisión.»
Javier Valenzuela reconoce que su libro es simpático hacia TVE porque considera que «es más independiente hoy de lo que lo ha sido nunca» y con Telecinco.
«Lo digo porque hay mucha gente progre que denigra a Telecinco y lo que tiene que hacer es no verla. (…) Pero yo creo que Telecinco es un modelo de televisión comercial y popular muy bien hecho donde reina el gran personaje que es Belén Esteban. Un personaje que a mí me hipnotiza y fascina.
(…)
No me parece mal que en televisión aparezca esta vulgaridad de suburbio popular. Yo no creo que en una televisión para élites con todo políticamente correcto».