Enrique Cavestany juega con el humor surrealista en «Gángsters y falleras»

Enrique Cavestany juega con el humor surrealista en "Gángsters y falleras"

Imagen cedida por Enrique Cavestany de su nuevo libro 'Gángsters y falleras'. EFE

EFE/Archivo

Cargado con enormes dosis de humor negro y surrealista, Enrique Cavestany se adentra en territorio comanche con su nuevo libro, un compendio de relatos ilustrados que manifiestan la desconocida relación entre «Gángsters y falleras».

«Hace tiempo llevé a cabo unos dibujos de una fallera que se llamaba Inundación Martínez, de la que escribí una pequeña biografía. Empecé a interesarme por ese mundo de las falleras, que me parece lo más ‘kitsch’ del mundo», explica Cavestany (Madrid, 1943) en una entrevista con Efe.

«Lo de las fallas nunca me gustó; mis padres me llevaban de pequeño y me daba miedo. Es todo muy feo, pero de esas cosas tan feas que al final te acaban pareciendo bonitas», añade el dibujante, que durante más de 30 años publicó sus ilustraciones en el diario El País bajo el pseudónimo de «Enrius».

Minusválidos, vampiros, sadomasoquistas y demonios son otros de los personajes reunidos en «Gángsters y falleras» (Bubok), un libro que nos permite descubrir la cara más desconocida de Humphrey Bogart, Edward G. Robinson o el mismísimo Vladímir Ilich Lenin.

«André Breton definió el surrealismo como ‘el encuentro fortuito entre un paraguas y una máquina de coser encima de la mesa de disección’. Si a mí me apetece juntar a una fallera con Bogart, pues lo hago. Hay mecanismos del inconsciente que te llevan a hacer este tipo de cosas», afirma Cavestany.

Los relatos, «cada uno de su padre y de su madre», siguen un hilo conductor invisible, en el que ciertos personajes se repiten periódicamente. «Hice los dibujos y, a continuación, escribí el texto. He tenido que hacer algo a lo que no estoy muy acostumbrado, que es glosar mis propios dibujos», recuerda el autor.

Las ilustraciones, de trazo apasionado, se caracterizan por su detallismo. «Encuentro una relación entre el carácter de los dibujos y el de los textos. No son dibujos esquemáticos ni de línea clara, pero están muy cuidados. La seriedad del dibujo se corresponde con la seriedad de las palabras: dentro del humor, mantengo un tono serio con el que hago un guiño al espectador», detalla Cavestany.

«Siempre he sido un gran aficionado al humor negro, y en este libro hay muy buenos ejemplos. Hace muchos años tuve la oportunidad y la fortuna de ser amigo del humorista Chumy Chúmez, que era un auténtico genio», halaga el dibujante.

Plagado de referencias culturales e históricas, el libro está pensado para llegar «a todo tipo de gente». «Puede que no sepas qué era el Realismo Socialista, pero puedes pillar la gran mayoría de alusiones. Es imposible que yo escriba haciendo gracietas, pero me gustaría que mi forma de hacer humor pudiera ser captada por la mayor cantidad de público posible», anhela Cavestany.

Los relatos se abren a finales abiertos, sin moralejas que traten de influir en la percepción del lector. «Es absolutamente voluntario. Lo que se desprenda del texto debe ser resultado de la reflexión de cada uno. Esto ha sido una constante a lo largo de toda mi carrera, tanto en mi faceta de artista gráfico como de autor literario», apunta el responsable de la obra.

Al margen de añadir nuevos contenidos a su bitácora digital (lahabitaciondelhipnal.blogspot.com/), Cavestany trabaja estos días en su nuevo proyecto, un texto titulado «El efecto retroactivo», del que explica que «es un monstruo enorme, sin pies ni cabeza, que recorre el mundo y hace su aparición en diferentes momentos de la historia de la Humanidad», anuncia.

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