"Estoy en deuda con José María García. Siempre me respetó mucho dentro de nuestras divergencias.
Joaquim Maria Puyal es un ‘rara avis’ en el panorama periodístico. Galardonado con cuatro premios Ondas -la mitad por su labor como locutor de partidos del F. C. Barcelona y el resto por programas en catalán en TVE y TV3-, es considerado una eminencia en Cataluña. Pocos profesionales han conseguido destacar en dos medios tan dispares y competitivos.
Doctor en lingüística, profesor de la Universidad de Barcelona, ex director, productor y presentador de tv, se dio a conocer para el gran público en la Cadena Ser en ‘Hora 25’ de la mano del emblemático José María García.
«Nuestra relación fue estupenda, me enseñó muchas cosas y sobre todo fue un profesional que me respetó mucho dentro de nuestra divergencia porque a menudo estabamos defendiendo posiciones no coincidentes. Me dio una enorme confianza, estoy en deuda con él.»
En Periodista Digital aprovechamos un viaje express a Madrid del profesional -desde 1985 en Catalunya Ràdio- para reflexionar con él sobre ‘La realidad inversa’ (Ed. Destino), un libro que analiza la televisión que tenemos, la responsabilidad de sus profesionales «en la degradación que ha experimentado en las últimas décadas el medio» así como los derechos de sus espectadores.
«Si nos pasamos dos o tres horas al día viendo la tv, lo minimo que podemos pedirla es que las cuestiones que plantea reviertan en nosotros, nos sirvan de alguna manera.»
«Dejé la televisión en los años 90 porque ya no quería asumir la manera en que se reproducen sus mensajes y se desenvuelve. Notaba que estaba evolucionando hacia la vulgaridad.»
«Los directivos de las cadenas privadas no pueden desacreditar la televisión de calidad argumentando que tan sólo la vulgar vende»
Puyal entiende que los espectadores tienen derecho a conocer de qué compañías, grupos comunicativos y poderes fácticos dependen los profesionales del medio. Además, va más allá y cree que deberían expresar sus simpatías por un signo político si las circunstancias lo exigen.
«Yo fuí uno de los primeros periodistas deportivos que confesaron cuál era el equipo de sus amores. Cuando hice lo propio con el Barça, al principio algunas personas mostraron cierta incredulidad y también un cierto desasosiego. ¿Cómo puede decir este señor que es del Barcelona y retransmitir partidos de fútbol?»
«Claro yo siempre decía: ¿Pero ustedes se piensan que los arbitros, que en teoría son jueces imparciales, se interesaron por el futbol sin tener simpatía por ningún equipo?»
«Todos somos parciales. Creer lo contrario es ingenuo. El receptor debe tener la garantia de que pese a nuestra parcialidad nosotros no vamos a tener la voluntad de engañar. Vamos a intentar ser desde nuestra subjetividad honrados.»