Créanme: tengo la mejor voluntad del mundo de cumplir con mi deber en su servicio, queridos lectores, y pasear por la izquierda lo que sea menester, pero anda uno últimamente algo despistado sobre dónde está la cosa, entre unos socialistas que aplicaban drásticos recortes y unos peperos que suben impuestos, ya me perdonarán.
Tampoco es que la Prensa, ya lo hemos comentado, me lo pone demasiado fácil, porque los más leales aplauden la subida de impuestos, que ya no sé de qué pie cojean y debería incorporarlos a mi elenco, y la izquierda oficialista, alias Prisa, anda azuzando al Gobierno para que entre con el hacha en el Presupuesto, todo sea para mayor gloria y serenidad de los mercados y ese afamado monstruo bicéfalo que nos gobierna en la distancia, Merkozy.
A DOS MANOS
Se puede sostener sin mentir que El País es un portaviones y Público una humilde cañonera, que el que tuvo, retuvo y todo eso, pero el look guerrillero del diario de Roures, he de admitir, lo hace más caro a mis ojos. Los de Berggruen algo deben presentir que pierden en frescura con ese abrumador legado oficialista de diario de referencia y a veces hacen experimentos en informalidad que acaban en resultados ambiguos.
«CiU vota el durísimo ajuste de Rajoy para lograr oxígeno en Cataluña», abren los de Liberty. Y, sí, oxígeno es desde hace tiempo una metáfora estereotipada para expresar lo que da la vida en un momento apurado, pero cuando se trata del BOE bis y la foto que acompaña es de un laboratorio, confunde.
Cuánto más divertidos y expresivos mis chicos de Público, con su foto de Montoro haciendo tijera con los dedos y la deliciosa ironía de su titular de primera: «El Gobierno se sorprende por el déficit de sus autonomías». Eso es poner cargas de profundidad en un titular, sí señor.
Los prisaicos, expertos en nadar y guardar la ropa, compatibilizan con garbo la portavocía de los mercados financieros de cara a nuestro Gobierno con la responsabilidad de representar el socialismo civilizado en nuestro país.
El País no tiene, en el fondo, nada contra un Gobierno de derechas’ con tal de que no lo sea de verdad. «Los científicos apoyan a Vela ante los ataques de la derecha«, por ejemplo, es un típico ejemplo de lo que digo: quienes «apoyan» a la firmante del escrito en apoyo a Zapatero son algo tan prestigioso e imparcial como los científicos -todos, hasta el último hombre con bata blanca-, mientras que los ataques son responsabilidad de ese ente oscuro, la derecha, en general.
En Opinión dan cancha a sus popes habituales, tipos de peso y cargo como Miguel Ángel Moratinos, que dejan claro el pedigrí de Prisa pero cuyas tribunas versan de asuntos tan amplios y poco polémicos como «El mediterráneo, un mar olvidado«. Imagino que al ministro o al redactor les pareció un titular poético, aunque no puedo imaginar un mar que esté menos olvidado que el viejo Mare Nostrum.
También muy de los de Polanco -que Dios guarde en Su Gloria- es la tribuna a página entera lamentando la desaparición de un ente tan crucial como la Dirección General del Libro: «El libro, modelo para armar», de Juan Cruz. Los de Roures no tienen esas hipotecas ni esas pretensiones, lo que da una refrescante claridad a sus disparates. Saber que «La izquierda se une contra el tijeretazo«, digamos, carece de molestas sutilezas, aunque no llegue a explicar por qué no se unió, sino que protagonizó, el tijeretazo anterior, que uno sospecha que todo depende de quién esgrima las tijeras.
Escolar El Chico, don Ignacio, dedica su última noticia, «Subvenciones por la nariz«, teóricamente a deplorar el asunto de la cocaína y los ERE de Andalucía, pero en realidad a dejar muy claro que los rojos lo hacen con más estilo y que, como dije en otra ocasión, hasta los peores pecados de la izquierda son veniales. Ve tres diferencias con la corrupción pepera: «Que fue la propia Junta de Andalucía quien denunció el caso», que «aún no he escuchado a ningún dirigente del PSOE acusar a la Policía que investiga este pozo séptico de ser la Stasi» y «que dudo mucho que el PSOE andaluz vaya a conseguir de premio». Se me ocurre que la Policía es la suya y que para llegar a esnifarse subvenciones y repartirlas entre los parientes del chófer el ambiente de pureza en Andalucía tenía que ser guapo. Apunto.
Yo los encuentro conmovedores, qué quieren que les diga. En su última página quieren darle una colleja a esta casa y no se les ocurre otra cosa que criticar un anuncio de batamantas. Imagino que ya se les han acabado las risas del «Save the fachas» y de ese sarcástico y poco fino «Es triste pedir…» con que saludaron el nacimiento del Club de Amigos de Intereconomía, ahora que ellos están con la gorra proletaria extendida y su multimillonario dueño da su palabrita de que venderá uno de los cuadros de su preciada colección de arte. Pues sí, chicos de Roures, es triste, ¿verdad? Y no demasiado gracioso.
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