La pena de muerte es una forma de librarse de malas acciones a través de una mala acción. ¿Deberíamos entonces abolirla?
Durante cinco años, el Canal Legal de la provincia de Henan —una de las 3.000 estaciones de televisión pertenecientes al Estado que existen en China— ha emitido un programa semanal llamado Entrevistas antes de la ejecución, que fue puesto en marcha con el objetivo de educar a la población y terminó por convertirse en un éxito, con una audiencia de unos 40 millones de telespectadores.
Cuenta José Reinoso en ‘El País’ que la semana pasada fue retirado, según algunas informaciones locales por el malestar que ha provocado en las autoridades la repercusión que han tenido en la prensa internacional el propio programa y un documental realizado a partir de él por una productora china para la cadena de televisión británica BBC y la estadounidense PBS.
Su presentadora, Ding Yu, una periodista con el estilo clásico que domina las pantallas en China, se ha convertido en una celebridad en Henan, donde ha llegado a ser llamada “la bella con las bestias”.
Ding y su equipo han entrevistado a más de 200 condenados a muerte, en muchos casos en los minutos previos a recibir la inyección letal o un tiro en la nuca, los dos métodos habitualmente empleados en el país asiático para aplicar la pena capital.
Todos los sábados 40 millones de personas se sientan a mirar las conversaciones que la conductora china Ding Yu entabla con prisioneros condenados a muerte.
Siguiendo la morbosa lógica del reality, el rating es mayor cuanto más cerca está el entrevistado de la fecha de ejecución.
La animadora del programa (si es que se le puede poner ese nombre a la confesora oficial de los procesados) consegigue que le cuentan los móviles de sus crímenes, el modo en que los llevaron a cabo, y el sentimiento posterior que la acción criminal les generó.
«Yo no simpatizo con ellos, solo siento pena», dijo Ding Yu en una ocasión.
Como todo reality, el fenómeno chino tiene sus favoritos y crea sus estrellas. Xue Hongxin, que mató a sus suegros después de que su novia lo abandonó, y Rongting, un homosexual que acabó con la vida de su madre, fueron dos de los participantes más sobresalientes del purgatorio-show.
LA NOCHE DE LOS SABADOS
Entrevistas antes de la ejecución era emitido los sábados por la noche en esta provincia, donde casi la mitad de sus 94 millones de habitantes se sentaba delante del televisor para verlo.
Algunos de sus capítulos se podían encontrar también en Internet. Se centraba en casos violentos, nunca políticos o en los que la autoría del crimen estaba en cuestión.
Cada una de las emisiones, que duraba una hora, precisó la autorización previa de las autoridades judiciales, que escogían siempre aquellos casos que consideraban más adecuados para promover el efecto disuasorio de la pena de muerte e instruir a la gente sobre las consecuencias de tomar el camino equivocado.
Henan es la provincia más poblada de China y una de las más pobres.
LA PRODUCCIÓN Y LA REALIZACIÓN
Para hacer el programa, todos los lunes por la mañana Ding Yu y su equipo estudiaban los reportes judiciales para identificar los casos.
Como explica James Jones de BBC, tenían que actuar rápidamente, porque los prisioneros pueden ser ejecutados sólo una semana después de dictada la sentencia.
«Algunos televidentes pueden considerar qué pedirle una entrevista a un criminal cuando está a punto de ser ejecutado es algo cruel», reconoce Ding.
«Pero es lo contrario, ellos quieren ser escuchados».
«Algunos de los criminales que he entrevistado me han dicho: Estoy muy feliz (de poder haber conversado con usted). En la cárcel nunca encontré a nadie con quien quisiera conversar acerca del pasado».
UN PROGRAMA LONGEVO Y DE EXITO
«Entrevistas antes de la ejecución» fue transmitido por primera vez el 18 de noviembre de 2006 en el Canal Legal de Henan, uno de los 3.000 canales públicos que existen en China.
Y, desde entonces, Ding ha entrevistado a un condenado a muerte todas las semanas.
En China, 55 delitos diferentes pueden acarrear la pena de muerte, desde asesinato hasta corrupción y contrabando.
Y, hasta hace poco, otros trece crímenes, entre los que se cuentan evasión fiscal, contrabando de antigüedades y fraude crediticio, también hacían parte de la lista.
«Entrevistas antes de la ejecución», sin embargo, se concentraba exclusivamente en casos de asesinatos con violencia.
Ding nunca ha entrevistado a prisioneros políticos o aquellos con sentencias cuestionadas, y el programa tiene que conseguir el permiso de la suprema corte de Henan para cada transmisión.
LOS ‘FAMOSOS’ DEL CRIMEN
Los perpetradores fueron una pareja de novios, jóvenes, educados, graduados de la universidad.
El plan era robar a los abuelos de ella pero algo salió mal y el novio, Zhang Peng, de 27 años, los mató.
«Eran tan jóvenes. Nunca pudieron ver el mundo, disfrutar la vida, tener una carrera, trabajo y el amor de una familia», dice Ding.
«Tomaron una decisión equivocada y pagaron con sus vidas».
Pero después de tantas entrevistas, poco la sorprende ya.
«He entrevistado a criminales todavía más jóvenes que ese estudiante, algunos de apenas 18 años de edad, la edad mínima para ser sentenciado a muerte».
Otro caso emblemático fue el de Bao Ronting, un homosexual que asesinó por su madre, los índices de audiencia subieron dramáticamente.
La homosexualidad sigue siendo un tema tabú en China y en 2008, cuando el programa abordó el caso, Ding Yu nunca había conocido a un hombre abiertamente gay.
«Nunca había estado cerca de un homosexual, por lo que no podía aceptar algunas de sus prácticas, palabras y acciones».
«Aunque era un hombre me preguntaba en un tono muy femenino: ‘¿Se siente incómoda?’. En realidad sí me sentía muy incómoda».
Ella y su equipo hicieron otros tres episodios sobre el caso de Bao Ronting y lo acompañaron al día de ejecución en noviembre de 2008.
Durante una de estas reuniones Bao Ding le preguntó:
«¿Voy a ir al cielo?».
«De alguna manera me he convertido en testigo de la transición de la vida a la muerte», reflexiona la presentadora.
Camino a su ejecución, Bao Ronting llevaba un cartel alrededor del cuello que detallaba su crimen.
La práctica es ilegal en la China moderna pero la ley no siempre se respeta.