Chaparro desvela la negativa de su equipo a mostrar las imágenes más cruentas de la tragedia de Halloween.
Se trata de una vieja queja entre los periodistas que trabajan en la televisión. ¿Por qué se acusa más a la TV de buscar el morbo fácil y ese mismo baremo no se aplica a la prensa? Tanto Mercedes Milá como Nieves Herrero alguna vez se lo han cuestionado, y ahora es Carme Chaparro, presentadora de la edición de fin de semana de Informativos Telecinco quien, sirviéndose de la tragedia de Madrid Arena, también pone el debate encima de la mesa.
¿Tienen los periódicos más vía libre para tratar según que sucesos sin que se les tache de sensacionalistas? Se pregunta Chaparro en su blog ‘Tras las cámaras’ –La frontera entre información y morbo–. La periodista admite que siempre «se tienen dudas» al informar de casos como el de Madrid Arena pero desmiente que se «busque el morbo».
Muestra de ese cuidado que, según la catalana, tienen en la redacción de Telecinco a la hora de tratar casos como el de Bretón, el Salobral o el de Madrid Arena, Chaparro desvela la negativa de su equipo a mostrar las imágenes más cruentas de la tragedia de Halloween:
Si sólo buscáramos el morbo, estos días habríamos pagado los miles de euros que pedía una persona por unas imágenes del intento de reanimación de una de las víctimas del Madrid Arena. O habríamos emitido el momento en el que, deshecho el tumulto mortal, varias personas arrastran por el suelo y se cuelgan del hombro, descoyuntados como muñecas rotas, los cadáveres inertes de varias de las chicas fallecidas.
Y se pregunta:
Además, ¿por qué suele ser calificada de morbosa la imagen, y no la palabra escrita?
La periodista pone como ejemplo unas líneas de «un periódico nacional» –que resulta ser el ABC– de lo que puede considerarse un tratamiento morboso:
«Una de las niñas que murió estaba justo debajo de mí. De repente, noté que me arrancaban los zapatos a mordiscos. El niño de al lado me mordía el brazo y la niña que luego murió me empezó a agarrar porque se estaba ahogando. Dejé de mirarle a su cara, veía sus manos, las vi moradas. Al principio tenía sus manos cerradas en un puño, haciendo mucha presión, pero al final las abrió. Yo le dije que se tranquilizase, que íbamos a salir de esa, pero murió»
