Existe un club de aduladores del programa ‘Salvados’ de la Sexta y eso dificulta elogiarle sin caer en el tópico, pero un mínimo de objetividad obliga hacerlo con la emisión el 9 de diciembre de 2012 del especial ‘Con la comida no se juega’ presentado por Jordi Évole.
En esta ocasión El Terrat se atrevió con algo poco habitual en la tele, un tema habitualmente ignorado pero de interés por estar de cara a la Navidad: los alimentos que tiramos.
Sólo la introducción ya era digna de elogio: una estupenda cesta de navidad llena de productos en perfecto estado pero que venían a mostrar todas los motivos por los que son desechados por supermercados y consumidores: una naranja que había crecido demasiado, un yougurt fuera de la fecha de consumo preferente, un pan con menos sal, un cartón de leche que se había salido del pack, un caja de huevos mínimamente magullada y un pescado que había superado la cuota… y todo iba directo a la basura, en el momento en el que se mostraba el cartel de ‘Con la comida no se juega’.
El titular del programa lo dio el consultor social Manuel Bruscas, que aseguró al inicio del programa:
«Es mentira que haya hambre en el mundo porque no haya suficiente comida. Con la comida que se tira en Europa y Estados Unidos se alimentaría a todo el planeta».
El programa ofreció las duras imágenes de pescadores tirando montones de peces muertos de vuelta al mar. Los pescadores explicaron que las normativas de la Unión Europea aplicaban una cuota de pesca que, si se superaba, obligaba a pagar multas, forzando a los pescadores a tirar el alimento al mar (generalmente, esas normativas de la UE suelen ser para proteger las especies de la pesca masiva).
Évole no evitó el tema y planteó al pescador ‘igual si pescara usted menos, no tendría que tirarlos’, la respuesta del buen hombre fue sincera recordando que cada pez era dinero.
Évole también pasó por un campo de naranjas, donde un recolector le explicaba como una naranja por tener un bulto, una mancha o una abolladura, era inmediatamente desechada por los compradores (los supermercados).
El presentador se apresuró a comerse en pantalla una de las desechadas para manifestar lo ‘riquísima’ que estaba. Después acudió a una supermercado a preguntar por este hecho. La portavoz del negocio explicó que eran los consumidores quienes hacían esta discriminación.
Si hubiera que poner un ‘pero’ sería la intervención del representante de la formación izquierdista valenciana Compromis, que en su intervención sacudió un capón al PP acusándoles de rechazar su moción para multar a quienes desechen comida (esto en el caso de los pescadores querría decir que si pescan de más les multan, pero si tiran lo que pescan de más, también les multarían).
Es un ‘pero’ no porque los peperos no merezcan sopapos, sino porque – ya puestos a ‘politizar’ el programa – no hubiera estado mal que se hubiera aparecido algún representante del PP para explicar ese voto, como sí se hizo en el programa anterior sobre Hacienda.
Las dudas con una gran cadena de supermercados
Uno de los momentos que más dio que hablar en las redes es la mención expresa a una cadena de supermercados por parte del responsable de un banco de alimentos (de ayuda social) como cadena que no les donaba los alimentos que desechaba, algo que desató alguna que otra polémica en las redes sociales.
Consumo preferente
Tampoco faltó el debate sobre los yogures y la confusión entre el ‘premio preferente’ ‘fecha de caducidad’, proponiéndose que figuraran los dos a la vez (¿Por qué me da la impresión de que si figuraran los dos, los consumidores seguirían comprando igualmente fijándose en el de ‘consumo preferente’?), Évole propuso entonces un sistema de tasas, es decir, que los productos fuera del consumo preferente, pero no caducados, fueran más baratos. La del supermercado admitió que se estaba estudiando.
Pero lo más brillante del programa es que ‘Salvados’ salió de lo habitual, de su arquetipo, es decir, que tal vez decepcionó a sus fans y aduladores que podían preferir otro programa más de caña al sistema parlamentario bipartidista del PP y el PSOE.
Es probable que con el programa ‘Con la comida no se juega’ tenga menos audiencia que otras entregas, pero si al equipo que pilotan Évole y Ramón Lara les da igual perder medio punto de share, a cambio de ofrecer un producto algo diferente y que ayuda a la reflexión y ofrezca temas que otros programas no den, se habrá roto la maldición clásica de la tele de repetir y estirar un formato mientras funcione. Lo cual, por poco habitual, debe ser digno de elogio.