El 2 de junio de 2013 se estrenaba, en la misma franja que ocupaba hasta entonces Jordi Évole, Ana Pastor con el programa ‘El Objetivo de Ana Pastor’.
Si la prueba era mantener fiel a la audiencia que ‘heredaba‘ de Jordi Évole, Ana Pastor cumplió el objetivo: un 14,9% de share es un resultado más que digno para laSexta.
«Comenzamos un nuevo programa con una gran obsesión: explicar lo que está pasando y que todo el mundo lo entienda»
Fueron las primeras palabras de Pastor, en una iniciativa no demasiado fácil de cumplir, pero muy encomiable.
«Sin sesgos, sin opiniones y sin ideología: el rigor y los datos, frente al discurso hueco, las obviedades e, incluso, las mentiras».
Sin sesgos: ¿La anti-tertulia?
Ana Pastor responde a una demanda que existe desde hace bastante tiempo en amplios sectores y que ha contribuido al descrédito periodístico.
En un momento en que las tertulias nutren prácticamente todos los espacios políticos, Ana Pastor no se cansó de repetir que quería hacer un programa sin opinión, que venía a ser un programa anti-tertulia.
Lo único malo es que el equipo de Ana Pastor olvidó un pequeño detalle, y es que el hecho de suprimir la opinión no significa que se elimine el sesgo, pues el sesgo también está delimitado por los temas que se traten.
Sirva de ejemplo los telediarios, en la mayoría de los telediarios no hay opinión (digo en ‘la mayoría’ porque hay excepciones como los telediarios de Telemadrid, Intereconomía o Canal Catalá), hay una mera enumeración de noticias en la que es la selección la que delata el sesgo.
Es en la selección de noticias que hace TVE entre lo que saca o no saca, lo que saca más o menos, se puede percibir el sesgo. Y ese mismo problema lo iba a tener ‘El Objetivo de Ana Pastor’, que la gente iba a mirar con lupa los temas que analizara en ese primer programa ‘sin opinión’.
Buen montaje
El programa empezó con un interesante montaje de personajes célebres por haber negado hechos por los que luego han sido condenados. Sacaron a Nixon negando haber robado, a Mario Conde negando haberse quedado dinero de Argentia, a Clinton negando haber tenido relaciones con Lewinsky, Acebes asegurando que el 11-M era ETA, Felipe González negando que hubiera terrorismo de Estado, Lance Armstrong negando haber tomado dopaje, Berlusconi negando haber participado en fiestas salvajes, Zapatero negando la crisis, y el trío de las azores Bush-Blair-Aznar negando que hubiera armas de destrucción masiva. La selección era, francamente buena y plural.
«Acaban de ser declaraciones de algo que para algunos pudieran ser cambios de opinión y, para otros, simplemente mentiras», comentó Pastor.
Sin embargo, si hubiera que ponerse en plan ‘objetivo’ purista, habría quién cuestionaría dos de los ejemplos expuestos: Nixon, que nunca fue condenado por ‘robar’ que era lo que decía en el corte indicado. Y Mario Conde, puesto que el corte que sacaron era del caso Argentia, caso en el que según la comisión rogatoria acreditó que el dinero de Argentia no se lo llevara personalmente Mario Conde (aunque eso no le exima de responsabilidad).
Otra cosa son singularidades como que Felipe González considerará que su corte asegurando que no hubo terrorismo de Estado no es acertado porque él niega que el GAL pueda considerarse terrorismo de Estado.
Verdadero o falso
Ana Pastor presentó una novedad en la televisión española: el medidor de mentiras, una especie de gráfico que expusiera en una pantalla si un dato dado era o no falso. Ana Pastor aseguraba que era algo habitual en otros países, poniendo de ejemplo la CNN.
El equipo de Ana Pastor optó por frases-slogans de políticos. Los escogidos para someter al medidor de ‘El Objetivo de Ana Pastor’ fueron las tres siguientes.
1.»¿Es España una sociedad dominada por la transparencia?» (Como dijo Cristobal Montoro.
2.»¿Fue verdad el milagro económico de Aznar? (del que habló José María Aznar)
3. «¿Es verdad que la nueva ley del aborto nos pondrá al nivel de Malta?» (como dijo Elena Valenciano).
Las tres dieron el resultado de ‘falso’. Aunque la primera era un poco ambigua como para delimitar si era verdadero o falso y la tercera de Valenciano tenía más pinta de ser una frase de broma exagerada, típica en lenguaje político.
4. «Cifra de lo defraudado en los EREs»: Pastor puso en su sitio a los políticos
Mucho más elogiable fue lo que hicieron en el tema de los EREs de Andalucía, donde demostraron que políticos de todas las ideologías no habían hecho más que marear sobre cuantos se había robado/defraudado en aquella comunidad, de si eran 50, 700, 1.000 o 1.700. Ana Pastor dio paso a un video espectacular, que evidenciaba que nuestros políticos dicen cifras al tuntún. El programa dio el dato exacto 17 millones en intrusos, 50 millones en sobrecomisiones y 73,8 millones en empresas.
David Cabo
El programa también contó con el director de la Fundación Civio, David Cabo, que venía para analizar el tema de la transparencia, asegurando que no hablaría de opinión, sino de datos. Cabo quería demostrar que no había transparencia en España. Aunque hizo un flaco favor a la transparencia al defender que había que hacer como se hizo con Sarah Palin en Estados Unidos – a quien David Cabo comparó con Esperanza Aguirre – conocer los correos electrónicos personales de ella y en lo que decía y cómo lo decía a su equipo y había que hacer lo mismo en España.
Contra el milagro Aznar
Una de las mejores partes del espacio fue el análisis que se hizo contra el milagro Aznar. Explicando como sólo en la construcción se crearon un millón de puestos de trabajo y, con los datos en la mano, detallando en qué consistió realmente aquel supuesto ‘milagro económico’. En el tema de Aznar, al contrario que los otros dos, también se emitió un entretenido video – muy del estilo de ‘laSexta Columna’ – demostrando de manera detallada y a la vez entretenida, como se produjo ‘la burbuja inmobiliaria’.
El Españolisto
El programa también incluyó un video, que será una sección llamada el ‘Españolisto’, para analizar el fraude de los EREs mediante una animación. Probablemente en estos momentos la gente entenderá mejor las noticias si se las cuentan dibujos animados como el ‘Españolisto’ al estilo didáctico de ‘Erase una vez’ se enteren bastante mejor que con los programas políticos.