Estreno del docu-reality de Tamara Falcó en Cosmopolitan TV

Así es ‘We love Tamara’: la aburrida vida de una mujer que compró su primera Biblia sólo porque era ‘bonita’

Programa bello, muy bien realizado pero con falta de ritmo que nos presenta a un personaje absolutamente único y encantador

Así es 'We love Tamara': la aburrida vida de una mujer que compró su primera Biblia sólo porque era 'bonita'

Ya hemos visto el que prometía ser el formato del año. ‘We Love Tamara’ se estrenó el jueves 12 de septiembre de 2013 en el canal de pago Cosmopolitan TV y por fin comprobamos cómo es realmente la vida de Tamara Falcó. ¿Es un buen docureality? Sí y no.

Sobre el papel, ‘We Love Tamara’ es el formato definitivo en una época en la que el docu-reality es la estrella de todas las parrillas. A priori, la hijísima de Isabel Preysler y  el marqués de Griñón, tiene todas las papeletas para ser el personaje de moda y de destronar, por fin, a Mario Vaquerizo en su mismo terreno.

Durante la presentación de ‘We Love Tamara’ en el FesTval de Vitoria 2013, he de confesar que esta hit girl de vida llamada superficial pero de educación exquisita y convencimiento religioso, me conquistó a mí y a todos los allí presente. Tamara Falcó es un personaje único, inocente( que no ingenua) y absolutamente creíble. No transmite falsedad e impostura. Ella es así. Si te gusta, la compras y sino, la dejas. No hay medias tintas.

La idea de crear un docu-reality basado en semejante elemento social, es una idea brillante y lógica que nadie entiende por qué no se ha vendido a cadenas en abierto. ‘We Love Tamara’ es la hija legítima de ‘Mario y Alaska’ (MTV). Légitima y más honesta puesto que Falcó, al contrario que Vaquerizo, no tiene doble car. No va de campechaña por la calle y de elitista en su casa. No. Tamara, repetimos, es como es.

Pero visto el primer episodio de ‘We Love Tamara’ (emitido el jueves 12 de septiembre de 2013 a las 22.00h) la primera sensación es de: «¿y? ¿Esto era todo?». Comencemos por lo malo. El primer episodio es aburrido. Dato curioso si tenemos en cuenta que dura media hora escasa. La falta de ritmo es desesperante, las escenas son eternas, no están picadas y carecen de cualquier tipo de estructura interna. Pero estas deficiencias, me temo, vienen de un problema mayor aún: que la vida del personaje no da para más.De momento.

El primer capítulo comienza con la presentación del programa en Madrid (septiembre de 2013) y de ahí se hace un viaje en el tiempo para que seamos testigos del día a día de Tamara Falcó. Se levanta por la mañana, desayuna, charla con su asistenta, toma un taxi, habla amigablemente con la taxista (parece que aquí nos querían decir que Tamara es tan piadosa y buena que atiende hasta a los de clases inferiores), se va al gimnasio, luego a tomar el té con sus amigos católicos y después a cenar (irónicamente) con Mario y Alaska. Punto. No hay más, ni trucos de montaje (sólo uno, cuando entra e el gym y le ponen un ventilador en la cara), ni sorpresas, ni secundarios potentes.

Y es que ¿Alguien sabe realmente a lo que se dedica Tamara Falcó? ¿Hay algo más en su vida que no sean las compras, los desfiles y las cenas con glamour? No estoy criticando esa existencia que muchos tacharán de superflua pero que yo llamo afortunada. Lo único que digo es que, a la hora de crear un formato, hay que darle algo más al espectador, sobre todo en el arranque.

Dicho esto, pasemos a los bueno. ‘We Love Tamara’ es, principalmente, un espacio bonito, bello. Uno realmente quiere vivir en esa casa, dormir en esa cama tan enorme, ir a esos gimnasios, cenar en esas terrazas, tener esa banda sonora tan ‘ñoña’ y vivir en ese Madrid que no parece Madrid (aquí está retratada con una delicadeza y un mimo admirables).

Cierto es que hay escenas que sobran como la del taxi (que parece absolutamente guionizada) pero otras que resulta absolutamente reveladoras. El momento ‘tea party’ por ejemplo, en el que Falcó se reúne con dos amigos católicos en una pastelería chic y en el que confiesa cómo fue su conversión:

Era la última candidata para ser católica. Empecé a leer el evangelio y dije… este tío mola. Y luego sentí la paz y dije: esto mola más.

La primera Biblia que compré fue porque no tenía lectura de verano, bajé a la Casa del Libro y la compré. Sé que parece muy superficial pero la compré porque me gustó la portada, tan blanquita y azulita. Si hubiese sido negra con una cruz, me hubiese dado miedo.

¿Se puede ser más auténtica? Puede que haya reaccionarios que la critiquen por frivolizar así sobre la religión. En realidad es todo lo contrario. Tamara da un testimonio puro, no intenta evangelizar a nadie. Su conversión es coherente con su personalidad, con la suya y con la de muchos jóvenes. Al fin y al cabo, habla su lenguaje.

Y de la cena final del capítulo, decir que Mario y Alaska parecían que estaban allí para robarle protagonismo a la estrella y para marcar su territorio. Además, es una escena, repito, excesivamente larga y de escaso interés.

Pero hay detalles maravillosos que nos dejó el estreno del ‘We Love Tamara’ como por ejemplo, cuando ella sale de su casa, deja la puerta abierta para que la asistenta la cierre. ¿Por qué? ¿Por vaga o por una norma de protocolo que los de la clase obrera no entendemos?  Da igual, mejor quedarse con el misterio.

 

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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