Sale a la luz el insólito experimento realizado en los años 60 en las Islas Vírgenes

El delfín que se suicidó tras perder el amor de la mujer que quiso hacerle hablar

La joven Margaret Howe convivió día y noche, durante diez semanas, con el animal

En los años 60 un insólito hecho tuvo lugar en las Islas Vírgenes en Estados Unidos, un experimento que solo ahora ha visto la luz.

Durante diez semanas el neurólogo John C. Lilly trató de enseñar a hablar a un delfín. Para ello su asistente, la joven Margaret Howe, convivió día y noche con el animal.

Tal fue la cercanía entre ambos que, algunos expertos aseguran que el delfín llegó a enamorarse de ella. Ahora un documental de la BBC cuenta como fue la experiencia.

Según informa el diario Daily Mail, Margaret, de 23 años, y el delfín Peter no se separaron durante diez semanas. Comían, se bañaban, jugaban y hasta dormían juntos. La convivencia formaba parte del experimento del neurólogo John C. Lilly, que afirmaba que los delfines tienen el cerebro un 40% más grande que los humanos y que eran capaces de entender el lenguaje humano.

Para demostrar que estaba en lo cierto, Margaret se encerró durante diez semanas en una casa adaptada para que los dos pudieran vivir como uno solo. La joven pasaba la mayor parte del día en el agua con Peter, salvo para dormir.

El objetivo de Margaret era conseguir que el delfín imitara los sonidos que ella le enseñaba. Después de diez semanas, Peter era capaz de decir palabras como hola, nosotros, triángulo y jugar.

En el documental se revelan las notas que Margaret apuntaba en su diario para registrar los progresos del animal. La joven cuenta que «Peter es un ser enérgico y un poco frio. Llevo una escoba de mango largo para rechazarlo aunque no siempre es necesario. Duerme siempre al lado de mi cama».

«Él siempre tiene hambre y por lo general me despierta temprano para que le dé de comer», cuenta Margaret, «se está volviendo un poco travieso, cuando contesto al teléfono se enfada y grita».

EL DELFÍN ENAMORADO

En la cuarta semana de convivencia, Margaret asegura que el animal se excita sexualmente varias veces a la semana,

«me parece que sus deseos están obstaculizando nuestra relación. Nada en círculos a mi alrededor, choca una y otra vez con mis piernas y no puede controlar su actitud hacia mí. Hace algo similar al cortejo, me muestra su abdomen y su área genital para que le acaricie, es su manera de hacerme participar en algún tipo de juego sexual».

Después de varias semanas, el experimento tuvo que ser cancelado por falta de fondos y Peter y Margaret fueron separados.

El animal fue trasladado a Miami donde murió, al parecer, suicidándose al negarse al respirar. No se sabe si fue el cambio de entorno el que le llevó a esta situación o la dolorosa separación de su ‘amada’.

 

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