Cuando el 23 de febrero de 1983 el recién llegado Gobierno de Felipe González y Miguel Boyer decidió la expropiación de todas las empresas del holdings Rumasa, incluido los poderosos bancos, ningún periódico de España dudó que aquello era la noticia más importante del día para poner en portada.
La prensa en general apoyó la medida: los ricos siempre causan antipatía y, además, eran muchas los nubarrones que desde hacía tiempo se posaban sobre Rumasa. La derecha pareció simpatizar más con el empresario, los titulares de portada más gráficos del suceso, los de ABC (‘El Gobierno aplasta a Rumasa’) y ‘El Alcázar’ (’23-F Golpe Económico’).
ATAQUE CONTRA LOS ‘LIBREROS’ Y LAS CONFIDENCIAS CONSPIRANOICAS
Desde el principio de la batalla de Ruiz-Mateos contra aquel Gobierno, los medios fueron un arma de doble filo. Durante su extraño autoexilio nada más producirse la expropiación, Ruiz-Mateos mantuvo contactos con distintos periodistas concediendo peculiares entrevistas donde amenazaba con tirar de la manta contra destacadas personalidades que iban desde el banquero Luis Valls hasta el Rey de España.
Mientras tanto se iban armando libros contra él acusándole de todo tipo de irregularidades, como el que hicieron los entonces periodistas de PRISA, González Urbaneja y Enrique Badía, con los que tendría algún que otro encontronazo televisivo.
Pero sin duda el más popular sería ‘Ruiz-Mateos, el último magnate’ que serviría para en un periodista argentino hasta ese momento desconocido saltara a la fama: Ernesto Ekaizer. Según Ruiz Mateos todo lo que decían aquellos libros era mentira.
A JUICIO CON PEDROJOTA, GUTI Y ALFONSO ROJO
El periódico que más afiló los dientes contra Ruiz-Mateos fue Diario16 bajo la batuta de Pedrojota Ramírez. El entonces corresponsal del periódico, Alfonso Rojo, detectó que Ruiz-Mateos había viajado acompañado de una mujer a Jamaica, ese dato dio argumentos para que la plana mayor de comentaristas del periódico del Grupo 16 vapuleara a Ruiz-Mateos a cuenta de un supuesto ‘affaire’ amoroso.
Carmen Rico Godoy, Raúl Heras, José Luis Gutiérrez, Manuel Romero, José Antonio Sánchez y el propio Ramírez, que lo acusaban de desde ‘tonto’ hasta hipócrita, por supuestamente ir contra los valores morales que predicaba en su condición de opusdeiano. El empresario llevó a juicio a Rojo y todos los que habían comentado su supuesto affaire en un proceso que culminó con una sentencia a un mes de prisión a Ramírez y Gutiérrez que no cumplieron por no tener antecedentes.
Otro periodista al que llevó a los tribunales fue a José Luis Martín Prieto, que sería condenado por haber calificado a Ruiz-Mateos en un artículo como ‘gangster de Jerez’
TERREMOTO POLÍTICO: LA LECHE Y ÁNSON
Ruiz-Mateos intentó un saltó a la política en las europeas de 1987 con un partido denominado Acción Social sin que prácticamente nadie se enterara. Dos años después, en 1989, lo volvió a intentar por la Agrupación Electoral José María Ruiz-Mateos, y en esta ocasión el éxito fue rotundo: más de medio millón de votos en toda España y dos eurodiputados, él y su yerno.
¿Qué había pasado para ese cambio? Entre otras cosas que había sacudido su célebre guantazo al exministro de Economía, Miguel Boyer -escena patética, pero que curiosamente contó con la simpatía de parte de la población- y a nivel mediático, el nada despreciable apoyo del principal medio de la derecha del momento: el periódico ABC y su director Luis María Ánson.
Ruiz-Mateos -que logró así aquello en lo que fracasaron Gil o Mario Conde- quiso ampliar su hueco presentándose a las generales en 1989 y a las municipales por Madrid en 1991, pero el éxito no volvió a repetirse. Al perder sus eurodiputados en las elecciones de 1994 el propio ABC se jactó en un recuadro de que su derrota se debía a que ‘ya no contaba con el ABC’.
CARNE DE CAÑÓN PARA LAS TELEVISIONES PRIVADAS
En 1990 irrumpieron las televisiones privadas y con ellas los espectáculos de debates, y para ellos José María Ruiz-Mateos era un diamante en bruto. Antena 3 y Telecinco querían tener al jerezano lanzando voces en sus programas de polémicas: le vimos discutiendo en ‘La Clave de Antena 3′, enchufado a ‘La Máquina de la Verdad’ de Julián Lago, a sus hijos pegando gritos en los ‘Moros y Cristianos’ de Sardá o hablando de hijos secretos de Boyer con Pepe Navarro.
Ruiz-Mateos parecía ser consciente de lo que querían de él, de lo que necesitaba para que su caso siguiera en el candelero, hacer ‘show’, ¡y vaya si lo hacía! Con más trajecitos que Mortadelo, no le importó participar en gags de ‘Cruz y Raya’ como mayordomo de ‘Lo Que El Viento se Llevó’ o pintarse la cara de negro para asistir al programa de Bertín Osborne. Quién le iba a decir que años después para salir en la tele bastaba hacerse con una tertulia de la TDT. Entonces no, hacía falta hacer el payaso ante un público que abarrotaba de aplausos y risotadas al exmagnate en los platós de Antena 3 y Telecinco.
LOS DOSSIERS-BASURA
«Tengo unas fotos de Luis Roldán en calzoncillos, ¿te interesan?». Ruiz-Mateos hizo ese comentario a un periodista del Grupo Zeta: se refería a unas fotos del director de la Guardia Civil en el Gobierno de Felipe González en una orgía. Las fotos aparecerían en la portada de Interviú. Y es que Ruiz-Mateos también fue una de las personalidades que manejó en los agitados años noventa dossiers que se movían para un lado y otro en las redacciones de revistas y periódicos.
Los periodistas Pilar Cernuda y Fernando Jáuregui llevaron a los tribunales a Ruiz-Mateos (y a la cárcel por segunda vez) al descubrir que estaba intentando colocar en distintos medios conversaciones privadas de ambos. El propio Ernesto Sáenz de Buruaga testificó en uno de esos juicios cómo Ruiz-Mateos le había remitido las citadas conversaciones que nunca llegaron a trascender. Con otros periodistas fue más gráfico. El entonces tertuliano de Onda Cero, Juan Salas, leyó en antena un mensaje de Ruiz-Mateos: «la próxima vez que me llames ladrón, te parto la cara».
CAÍDA FINAL
A pesar de los escándalos, Ruiz-Mateos aún podía gozar de una importante simpatía de quienes consideraban que se le había hecho una injusticia («es un loco con motivos para serlo», dijo de él Antonio Herrero). Pero toda su popularidad se hundió como un castillo de naipes con el fracaso de Nueva Rumasa, que había tenido en su día una cobertura favorable en medios como Intereconomía o determinados columnistas.
Su última entrevista, en ‘Espejo Público’, balbuceando palabras difícilmente comprensibles, mostró a un hombre abatido y no animaban a la risa a nadie. La broma había acabado.