Fue más el tiempo que tardó el Consejo de Administración de RTVE en desatascar su aprobación que el que duró en antena. Aún colea la supresión de la parrilla del polémico ‘Así de Claro’ de Ernesto Sáenz de Buruaga, en medio una rueda envenenada para el PP.
Porque la cadena pública pierde audiencia e influencia a la misma velocidad que la ganan La Sexta y esas otras cadenas a las que el propio Mariano Rajoy acusó hace un par de semanas «martillear» con los casos de corrupción del PP. Lo que ha reabierto en las filas populares el debate sobre si está el Gobierno siendo demasiado benévolo con las privadas.
No por previsible -dados los malos resultados desde el primer debate- la cancelación del programa ha sido menos dolorosa para Buruaga y su equipo. Sobre todo porque creen que el Grupo Secuoya, la productora con la que RTVE contrató ‘Así de Claro’, no ha jugado limpio.
Desde el entorno del presentador acusan ante El Semanal Digital al presidente de Secuoya, Raúl Berdonés, de sabotear desde dentro y desde el minuto uno el programa porque, extrañamente y siempre según esta versión, no estaba interesado en que tuviera éxito.
Lo raro es que fue Buruaga quien, aprovechando que mantiene una estupenda relación con el presidente de la radiotelevisión pública, José Antonio Sánchez, llamó a la puerta de TVE ofreciendo el proyecto con el respaldo de Secuoya.
Lo que está claro es que la productora no sólo no se opuso a la bajada del telón de Así de Claro, sino que fue la que propuso cortar por lo sano. Fuentes de ésta y de la cadena pública coinciden ante este periódico en que la decisión final fue consensuada por ambas partes.
Y lo fue en función de una de las cláusulas del contrato, la que hacía mención a que si en los cuatro primeros programas no obtenía una cuota de pantalla del 12% Así de Claro podría ser cancelado. Cláusula que, por otra parte, tienen el grueso de programas de producción externa.
