Pablo Iglesias se ha pasado por ‘Salvados’ para hacerse un lifting ante sus votantes después de la ‘boda roja’ de Vistalegre. El líder de Podemos intentó parecer humilde, sosegado y receptivo a las críticas de cinco votantes desencantados de la formación morada.
Pero bastó que le recordarán el espectáculo lamentable que dio su partido en los últimos meses para que Iglesias perdiera los nervios al punto de criticar a Jordi Évole por la elección de los votantes.
«No sé si esto lo vas a sacar pero te voy a hacer una crítica, Jordi…», dijo Iglesias. Évole tardó en darse cuenta que al amigo del maltratador Bódalo le había molestado que los cinco votantes de Podemos elegidos para el programa se dedicaran a poner a caldo a Monedero.
«Me enfada el linchamiento al que se ha sometido a Monedero», afirmó Iglesias tras los unánimes latigazos de los participantes a su caniche por sus críticas a Errejón. Le tacharon de «francotirador» y «payasín».
Hasta ese momento Iglesias había aguantado el chaparrón de críticas con estoicismo. A cada misil de sus votantes respondía asintiendo con un «tienes toda la razón».
«¿No habéis dado demasiado de comer al ‘Sálvame’ de la política?», le atizó Enrique Pérez, realizador de televisión y el más duro de los participantes del programa con Iglesias.
«Algo hicimos mal si Jorge [Torres, votante de Podemos en paro] cree que pedimos el CNI», dijo Iglesias, olvidando cómo se pidió el 21 de enero de 2016 una super vicepresidencia de Gobierno».
BALONES FUERA POR NO LLEGAR A UN ACUERDO CON SÁNCHEZ
Hay una crítica que suele sacar de sus casillas a Iglesias y es cuando le dicen que el PSOE está siendo más útil en las instituciones que Podemos. Lo dejó caer Évole y el líder de Podemos se puso como un basilisco.
«En tres años han cambiado cosas, Carmena, el ‘Kichi’ y Colau en los ayuntamientos… su hasta el PP ahora se plantea hablar de temas como la pobreza energética», afirmó dejando claro que el cambio es él y los demás, inmovilismo.
La estrategia de Iglesias ante los reproches por no haber llegado a un acuerdo con el PSOE de Sánchez fue, como ha hecho siempre, culpar al resto de partidos de haberle hecho «un cordón sanitario». «¿Por qué tienen ese agresividad con nosotros?», se defendió Iglesias en tono victimista.
«Te la quitan porque tú te has centrado en la guerra interna y pegarle con la bandera a Errejón», le paró los pies Enrique Pérez.
Iglesias admitió que el punto de inflexión fue marzo de 2016 en sus negociaciones con Pedro Sánchez. Fiel a su estilo y lejos de asumir responsabilidades, echó toda la culpa a Ciudadanos y a Rodolfo Ares, negociador del PSOE.
El otro momento delicado en donde Iglesias se sintió solo en su partido fue en la fusión con Izquierda Unida porque fue el comienzo de su guerra con Errejón, una persona, al igual que Carolina Bescansa, muy valorada por los votantes de Podemos.
«Joder, al principio pensé que era un invento de los medios la guerra con Errejón pero al final tuve que preguntarme si esto era una batalla de ideas o de poder», le dijo Vera Sánchez. «¿Unidad, unidad y Errejón a Madrid? Tienes que admitir que era tu complemento perfecto», le espetó Jorge Torres.
«Errejón a Madrid es un muñeco que nos ha vendido Pablo Iglesias», le soltó con acritud Pérez. «Nos hemos equivocado discutiendo tuits, fuimos enormemente torpes», reconoció Iglesias. «Ha sido muy doloroso pero algunas cosas no han ido tan mal porque nuestro debate era de ideas».
Pero acto seguido mostró una frialdad absoluta al decir que le había resultado «super sencillo» comunicarle a Errejón que no iba a continuar como portavoz.
Y, por supuesto, defendió a su novia Irene Montero, a la que critican por ser mujer. «Como ustedes criticaban a Ana Botella», le recordó Évole.
Lo que debía ser un cambio de piel del ‘macho alfa’ de cara a sus votantes acabó en desollamiento.
