Los santones de la prensa ‘progre’ aprovechan el atentado para ajustar cuentas con el periodismo «fascista»

Estos días en los medios de comunicación en España hemos escuchado con cierta frecuencia que el país ha mostrado ‘unidad frente al terrorismo’ (‘todos unidos’, ‘sociedad civil’, ‘partidos políticos’…etc.). Incluso en algunos digitales hemos leído que España ‘ha aprendido a no repetir los errores del 11-M’, en referencia a la desunión política mostrada en aquellos días de 2004.

Resulta difícil ver mérito en políticos por aguantar las 72 horas posteriores a una masacre sin zaherirse, básicamente porque en esta ocasión, al no haber elecciones, los políticos no se jugaban lo que entonces, que es aquello que más valoran: el poder.

Así que aplausos pocos (también hemos visto aplausos por esos cartelitos ‘soy musulmán y no soy terrorista’, cuando dado que ‘no ser terrorista’ no tampoco debería ser un mérito parecería más recomendable sloganes que dijeran ‘soy musulmán y estoy comprometido contra el terrorismo o variantes).

¿Sociedad unida contra el terrorismo?

Si hubiera alguna plasmación de la ‘unidad’ sería la que durante al menos un pequeño periodo de tiempo se hubiera sido capaz de aplazar odios, maldiciones y filias de cada uno. Los políticos, a través de la CUP, algún edil y algún eurodiputado ya han demostrado no ser capaces de hacerlo. ¿Pero qué han hecho los sectores que dicen representar la voz del pueblo? De WhatsApp y Twitter mejor no hablar. ¿Pero y los medios de comunicación? ¿Ha estado la unidad por encima de los odios? O sigue habiendo muchas ganas de odiar y maldecir. Veamos cuatro ejemplos:

A) «¡Malditos anticatalanes!»

Un puñado de tuiteros critica a un consejero catalán por hablar en catalán (uno de los idiomas oficiales del Estado español). No hablamos de ningún tuitero famoso, ni concejal a lo Zapata, ni diputado a lo Alberto Garzón. Son tuiteros de la categoría ‘@zampomuchoguay’ o @gordopedo3. Pero sin embargo demasiados tuvieron ganas de difundirlo, entre ellos el digital de José Antich.

El mismo día del atentado, el misma tarde del 17, El Nacional.cat del ex director de ‘La Vanguardia’ ya tenía publicado un reportaje para dar máxima importancia a las cuentas de unos tuiteros anónimos como si se tratara de la de Donald Trump. Parece que era más importante para algunos priorizar la animadversión contra ‘los anticatalanes’ que la unidad.

B) «¡Malditos periodistas fachas!»

Aún era 17 de agosto, el mismo día del atentado y el diario Público.es que dirige Ana Pardo de Vera ya tenía publicada una tribuna contra ‘los miserables’ comentarios de Alfonso Rojo y Hermann Tertsch, al primero por osar vincular el atentado con el islamismo y al otro por decir que un atentado en el que murieron turistas era turismofobia (tampoco faltó Menéame para airearlo).

No habían pasado ni 24 horas del atentado y ElDiario.es de Ignacio Escolar ya tenía otro reportaje contra Rojo y Tertsch. Por las redes sociales se puso en marcha ipsofacto una campaña de esas de Change.org pidiendo firmas en las que se animaba a ‘los cuerpos de seguridad del estado’ a actuar contra Tertsch y Rojo.

No era un change.org para alguna medida que apoyara más a las víctimas o para pedir más controles. Para las 300.000 personas que firmaron era más prioritario exteriorizar su fobia a esos ‘periodistas fachas’ que la unidad.

C) «¡Malditos fotógrafos morbosos y racistas!»

También el 17 de agosto 2017 se estaba pidiendo la pira contra los medios que osaran publicar fotos duras de la tragedia. Parece lógico debatir la conveniencia o no de publicar fotos crudas. Nada nuevo a los que nunca olvidaremos las imágenes en portadas y telediarios de la madre destrozada de Irene Villa o del cadáver de Manuel Zamarreño. Y se han visto debates serenos en figuras como Iñaki Gil o Carmen Rigalt.

Pero lo que en redes se lanzaba era una denuncia con una sentencia: los periodistas que difundieran fotos crudas no eran gente que quería informar acertada o erróneamente, sino una panda de facinerosos que sólo pensaban en vender morbo. Y hasta Juan Carlos Monedero dedicaba un artículo en Público.es el día 18 a decir que difundir fotos de niños muertos en Las Ramblas era ‘racista’, ‘xenófobo’ y equivalente a difundir el odio. Lo publicaba en el mismo rincón en el que publicó la foto del niño muerto Aylan en las costas de Europa.

¿La diferencia? El columnista lo aclara: la fotos del niño eran útiles porque servían para denunciar las guerras que han causado Europa y los ‘criminales Aznar, Bush y Blair’. Dejando aparte el peculiar razonamiento de que la sensibilidad de las fotos cambia según la autoría (si son fotos de horrores culpa de ISIS, malo, no las publiquemos, si son fotos de horrores culpa de EEUU o Europa, entonces sí), es llamativo que para columnistas fuera más prioritario exhibir ese odio a las 24 horas del atentado.

D) «¡Malditos curas!»

Y no podía faltar el ingrediente ridículo. La Sexta lleva tres días emitiendo el fragmento de la arenga del cura que leyó de memoria en una homilía los argumentos del editorial de ABC del domingo (el periódico en el que dicho cura colaboraba antaño). Si ya es patético que un cura no pueda contener sus filias durante su sermón, lo supera la sobredimensionada repercusión que le han dado La Sexta Noticias y ‘Al Rojo Vivo’ sólo explicable en su filia a lo que el cura representa para ellos.

Era curioso ver a Atresmedia dando la misma importancia al tal cura (confundiendo su ubicación, dicho sea de paso) que a cargos públicos como la alcaldesa de Barcelona. La propia Cristina Pardo ponía al mismo nivel las palabras del cura con el numerito de las CUP al entrevistar a Xavier Domenech, permitiéndole al político centrarse en el cura y evitar hablar mal de los camaradas.

Y, naturalmente, raudos todos tertulianos pidiendo sanciones contra el susodicho y criticando la ‘blandura’ del arzobispado con una vehemencia – ‘¡fascista!’, dijo Manuel Rico – poco habitual en ellos cuando las declaraciones se producen en otra dirección.

Aquí se ha hablado de unidad y se ha pedido, con acierto, que no haya odio contra la comunidad islámica y la religión musulmana. Pero desde los mismos sectores en que se pedía que no hubiera ese odio se han pasado una semana mostrando odio contra todo lo demás: contra el idioma catalán, contra los anticatalanes, contra los ‘periodistas fachas’, contra los ‘fotógramos morbosos’, contra los ‘podemitas’, contra los cristianos, contra Ada Colau, contra los americanos , contra el capitalismo, contra Arabia Saudí (por socia de Occidente, no por islámica) y hasta contra el Rey y el Obispo Omella (léase la tribuna del día 22 del periódico ‘El Punt Avuí’ titulada ‘Jo dic No’, o mejor aún, no se lea).

Teniendo en cuenta que esta semana termina con el cruce de comunicados de SUP, AEGC y Mossos, en la que hemos visto peleas desde por los bolardos hasta por como se configuraba una manifestación, resulta curioso seguir escuchando que los españoles hemos dado una gran muestra de unidad como sociedad. Puestos a fantasear cuénteme una de elfos y duendes que me gustan más.

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