¿Es ‘casualidad’ que todos los comentarios políticos de los discapacitados coincidieran con la línea editorial de ‘Salvados’?
Pese a que Producciones del Barrio, la productora de Jordi Évole y Ramón Lara, lleva un tiempo entrevistando a todos los peces gordos del tema del ‘procés’, decidieron que no querían iniciar temporada con el tema independentista sino con una entrevista a los discapacitados que participaron en la película ‘Campeones’ de Javier Fesser.
Hay pocas cosas más loables que reivindicar la dignidad de las personas con discapacidad, pero una cosa es usar una loable causa para ganar audiencia – inevitable en la televisión – y otra usar un programa en el que se toca la fibra de los sentimientos para ‘colar’ mensajes políticos – elemento que nos lleva directamente al terreno de la manipulación más indeseable.
Los programas de ‘Salvados’, de brillante montaje y edición, siempre tienen un claro ‘mensaje’ dentro de una marcada línea editorial progresista, como reconoció el propio Jordi Évole en ‘El Hormiguero’.
El problema es que no es lo mismo que ‘Salvados’ utilice a parados, con plena conciencia de sus palabras, para poner a parir los presupuestos de Montoro, que esconderse detrás de discapacitados para decir que Donald Trump es un racista, que los bancos españoles son unos ratas o que Rodrigo Rato es un ‘cabrón’.
Justo es decir que Jordi Évole, con ayuda de su equipo, mostró su gran talento entrevistando con respeto y sin ningún tipo de burla o vacile como el que tan caro le costó a Javier Cárdenas. Si bien el tipo de preguntas no eran las que hubiera usado Évole para gente sin discapacidad.
Preguntas del tipo «¿cómo le pediste salir a tu novia?», no son precisamente habituales en el programa dominical de La Sexta.
Tampoco pareció muy delicado por parte del de ‘Salvados’ preguntarles a los discapacitados que creían que pasaría con ellos cuando murieran sus padres, una de las presentes no pudo evitar llorar al pensarlo. Évole rectificó inmediatamente -«Como no lo podemos controlar, mejor no pienses en ello» – lo cual dicho por quien acababa de sacar el tema podría ser considerado un tanto hipócrita.
Esa parte hubiera sido perfectamente prescindible en el espacio. Pero ya fuera por audiencia o por criterio morboso, las lágrimas ahí se quedaron. (Los que sin duda pensaban en beneficios son los que meten los anuncios partiendo la suencia climax del programa: la ‘Sorpresa-Sorpresa’ que Évole dio a uno de los discapacitados con Chimo Bayo a lo Isabel Gemio un minuto antes de que el programa terminara.
«¡A TOMAR POR CULO, DONALD TRUMP!»
Lo que podía haber sido un programa meramente reivindicativo de la dignidad de los discapacitados quedó reventado cuando Jordi Évole les azuzó para que hablaran de política. Casualmente todas las opiniones que oyeron iban en perfecta sintonía con la línea editorial de la cadena, la productora y el presentador. «A mí Rajoy no me gusta nada, a mí me gusta Pedro Sánchez», «A mí me gustaría de presidente Alberto Garzón».
Fiel a su ideología, Évole les incitó a que rajaran contra los bancos y logró que uno dijera que le parecían unas ‘ratas’ a los que el Gobierno no debería haber ayudado, porque el dinero público está para ayudar a los españoles y no a los bancos.
Évole podría haberle dicho en ese mismo tono que la azuzaba que el dinero a los bancos no es a los bolsillos del banquero sino a los depósitos de los españoles para que puedan seguir disponiendo de sus ahorros. Pero el follonero estaba disfrutando de la rajada – la tuiteró en cuanto se emitió esa secuencia – y no estaba para matizaciones.
Menos disculpa tienen los insultos contra Estados Unidos. «Donald Trump no deja ir a Los Ángeles a los negros, y eso no puede ser», dijo uno de los discapacitados «No puedes tratar a los negros así», dijo otro, «¡A tomar por culo, Donald Trump!».
Es comprensible que un discapacitado pueda creerse una mentira tan bestia como que en Estados Unidos se prohíbe la entrada a la gente en función del color de la piel o que Trump es un racista anti-negro (ignorando los muchos afroamericanos que son votantes del actual mandatario republicano).
Lo que es menos comprensible es que Evole no le sacara de su error y asintiera como si nada a semejante planteamiento que suponía una ofensa a todo un país. No hubo puntualización, ni matización, como ha hecho en otras ocasiones.
Si no lo hizo por su animadversión al inquilino de la Casa Blanca es que su sectarismo llega a niveles patológicos y si no lo hizo por no llevar la contraria a un discapacitado, flaco favor hizo a la causa de la dignidad, que se demuestra tratándoles con el mismo respeto que a sus otros invitados, a los que rectifica o matiza cuando yerran, no dándoles la razón en todo como a los locos.
Los espectadores que odien a Trump, a Rajoy y a los bancos, disfrutarían del programa de ‘Salvados’. Los que respeten la verdad, en cambio, tendrían más reparos al mismo.
¿REIVINDICAR SU DIGNIDAD PERO NO SU DERECHO A LA VIDA?
Puestos a sacar temas polémicos para los discapacitados, a lo mejor Évole no tendría que haberles preguntado por la muerte de sus padres o por la banca, sino por algo más concreto, tipo «¿Qué os parece que el ministro Gallardón intentara anular el apartado de una ley que facilita que se impida que gente como vosotros pueda nacer, y que se lo impidieran, forzándole a dimitir?».
Hubiera tenido su interés (teniendo en cuenta que fue, probablemente La Sexta una de las cadenas que más hizo campaña para que ese cambio legal no se llevara adelante y se mantenga la discriminación ante los fetos con malformación o posible discapacidad.
Ahí fue más valiente Risto Mejide al entrevistar a Pablo Pineda (con síndrome de Down) en Chester, que evitó aquel tema. Hubiera sido un buen gesto para ‘Salvados’ que, además de reivindicar la dignidad de los discapacitados, se reivindicara su mismo derecho a la vida que el resto de los seres humanos, pero probablemente ese apartado no está incluido en el ideario de La Sexta
Posdata: Uno de los momentos más curiosos del programa fue cuando uno de los discapacitados – tras ser animado por Évole a que se comportara como un periodista -le preguntó si cobraba un millón de euros por programa.
«Fake News», respondió Évole, eso sí, concretar su salario. Recordaba cuando en aquel ‘Buenafuente’ de Antena 3, un jovencito Évole preguntaba entonces al maestro Andreu si era verdad que cobraba las millonadas que decían. Entonces Buenafuente también desmintió pero sin desvelar sus números. Debe ser cosa de escuela