Toda una lección de periodismo sobre postverdad y bajo el título ‘En tiempos de fake news‘, tras el clamoroso éxito de su periódico panfleto ‘La mitad del camino‘, que no recorrió ni ese tramo para no quedarse el partido morado no solo sin lectores, sino sin votantes. (El periódico de Podemos se va a la mierda por no querer comerse el marrón socialista).
La impartió Pablo Iglesias este sábado 24 de noviembre de 2018 en su programa ‘Fort Apache‘ de la cadena iraní Hispan TV, y estuvo acompañado para la ocasión de José Manuel Martín Medem, quien trabajó durante treinta años en RTVE, de Pedro Vallín, La Vanguardia, Lola Albiac, experta en Relaciones Internacionales, Noelia Vera, Unidos Podemos, Teresa Aranguren, cuya trayectoria profesional ha estado ligada a la información internacional del mundo árabe, y Aitor Rivero, periodista de ‘ElDiario.es’. (Pablo Iglesias: Lo que ataca a la libertad de expresión es que los medios sean privados).
Tras calificar uno de los contertulios de «analfabetos mediáticos» a los ciudadanos de a pie, Pablo Iglesias volvió a las andadas atacando a los medios privados, algo que ya hizo en septiembre de 2013 durante una entrevista realizada por Xuntas y publicada por galizaanocero.tv, vídeo sobre estas líneas: «La existencia de medios de comunicación privados ataca la libertad de expresión». (Las ‘memeces’ de un caradura llamado Pablo Iglesias).
El líder de Podemos cree que otro tiempo pasado fue mejor:
«Antes, lo peor que se le podía hacer a un periodista es desemascararlo, ahora tengo la sensación de que es algo así como… que más da».
y puso esta vez el foco sobre Carlos Herrera, director de Herrera en COPE, a Antonio García Ferreras, director de Al Rojo Vivo y Ana Rosa Quintana, presentadora de Telecinco, quienes a su juicio tienen más poder que cualquier ministro que se tercie. (Ver al respecto a partir del minuto 24:16)
«Un político nunca debería preguntar esto pero , como en este caso llevo el sombrero de presentador todo el mundo sabe que Ana Rosa, Herrera, Ferreras… cualquiera de estos, digamos, directores de grandes programas que ve mucha gente tienen muchísimo más poder que cualquier ministro, muchísimo más. Y esto es así«.
Le faltó decir esta vez que había a que intervenir los medios privados, aunque hiló fino:
«Y es verdad que hay competición, digamos que como los grandes generadores de opinión a través de programas de televisión o radio, y que a veces se odian (…) pero en general es una competición entre agentes privados».
«¿Hasta qué punto esto es normal y lo más deseable en una sociedad democrática?».
