GENTE DE LA TELE

Coto Matamoros: «Los de ‘Sálvame’ son una panda de analfabetos»

Coto Matamoros: "Los de 'Sálvame' son una panda de analfabetos"
Coto Matamoros. EP

Como dice un viejo aforismo, «la verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero«. Y el que la suelta esta vez en Coto Matamoros (Lo que nadie sabía de Belén Esteban y Toño Sanchís que ha puesto patas arriba ‘Sálvame’).

Vive desde hace años alejado de cámaras y micrófonos (Carmen Borrego no soporta más su reto en ‘Sálvame’: «Me siento fatal, me da vergüenza»).

El polémico colaborador de televisión siempre ha vivido por encima de sus posibilidades, inmerso en un mundo de excesos, drogas y salidas nocturnas que le llevaron directo a la ruina (La ‘cagada’ histórica de Paz Padilla en ‘Sálvame’ ).

Durante muchos años los platós le proporcionaron cantidades elevadísimas de dinero que le ha permitido retirarse y comenzar una nueva vida apartado del foco mediático (Mª Jesús Ruiz se descompone durante la publicidad en ‘Sálvame’: «Estoy quedando como una loca»).

Coto Matamoros, de 61 años, lleva siete años viviendo fuera de nuestro país. Se refugia en una casa en República Dominicana donde trabaja dando charlas para una fundación cuyo principal objetivo es el desarrollo personal y espiritual de las personas.

«Estoy entretenido. Me encuentro muy relajado aquí. Todo es mucho más pausado, no existe el estrés de Europa y España. Aquí se alarga la vida».

Eso dijo la última vez que habló para ABC, en mayo de 2016, donde recordó sus tres estancias en la cárcel:

«Creo que es lo que más me ha ayudado en la vida. Si te lo tomas con filosofía tienes todo el tiempo del mundo para socializar y aprender».

«Te enseña a apreciar lo que es importante en la vida: la libertad, la comida, el echar de menos a tus amigos, a tus amores. De todo se aprende».

El hermano de Kiko Matamoros criticó duramente «Sálvame», el programa en el que su hermano es uno de los principales colaboradores:

«Creo que es muy nocivo. La obscenidad no se puede normalizar. Y digo la obscenidad como exhibición de uno mismo, eso no puede ser. Uno no puede estar hablando todo el día de sus problemas sentimentales, la gente va acabar pensando que es lo normal. Y que una panda de indocumentados, analfabetos en gran parte, se dediquen a dar lecciones todos los días de ética y moral es preocupante. Es un vertedero en el que se deberían tomar medidas».

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