Con tal de repartir cera a Cristina Cifuentes, Antonio García Ferreras no ha tenido mejor ocurrencia que darle voz a Ana García, secretaria general de una cosa llamada Sindicato de Estudiantes, que con todo su papo ha cumplido con su papel de ataque frontal al PP–Los ‘expertos’ en chanchullos que Ruiz, Griso y el millonario Ferreras pasean por los platós para hablar de Cifuentes –:
En el PP defienden la cultura del esfuerzo pero se sacan másteres a golpe de talonario. La versión de Cifuentes no se sostiene por ningún sitio
Y remata: «El PP se destaca por actuar como si estuvieran en su cortijo en todos los ámbitos posibles«.
¿Cortijo? Para cortijo el tuyo, Ana, que a pesar de que superas ya la treintena, ahí sigues tan feliz en eso que llaman Sindicato de Estudiantes–Más periodismo: laSexta se atreve con Cifuentes pero miró para otro lado cuando la golpista Joana Ortega falseó su currículum–.
Ferreras le escuchaba como embelesado en ‘Al rojo vivo’ de laSexta, del grupo Atresmedia, ese que, como venimos repitiendo machaconamente en los últimos días -y los que nos quedan- tiene directivos como el ínclito Javier Bardají, que simpatiza con alegría con Ciudadanos y presume de ser amigo personal de Albert Rivera mientras da cobijo a toda aquella ideología que pueda ser dañina para España y los españoles mientras su cartera no se resienta.
Ana García, 31 años, Sindicato de Estudiantes. pic.twitter.com/9rcXQCLt0j
— MikeRV (@miguelrv76) 5 de abril de 2018
Muy bien, volvamos con Ana García, porque lo de ‘ARV’ es para miccionar y no echar gota–Merlos rompe en dos a Monedero por burlarse de su libro sobre Cifuentes: «Tú también estuviste bajo sospecha» –.
Esta García le ha cogido el gusto a que las televisiones del duopolio cuenten con ella el día que haya que dar un pasito más en la estrategia de confrontación con el Estado.
Así pues, fue la elegida para montar la encerrona a la popular Andrea Levy el día de la huelga feminista del 8 de marzo de 2017 en ‘Las Mañanas de Cuatro’–Andrea Levy planta cara con firmeza a la matona feminazi que Javier Ruiz utilizó para montarle una encerrona–.
Allí, la secretaria general del SE se retrató con la siguiente afirmación: «Nosotros luchamos contra las medidas a las que nos condenan las políticas como Andrea Levy que viven en barrios muy distintos a los que vivimos el resto de las trabajadoras«.
Levy le mandó a freir espárragos:
Qué sabrá esta señora, yo me dediqué a estudiar y a esforzarme, no a formar parte de un sindicato de estudiantes porque ella lleva en la universidad ya diez años. Mucho cuidado con decir cómo somos unas mujeres y cómo somos otras
Efectivamente, Ana García supera la treintena, hace tiempo que parece ser que acabó la carrera pero ahí sigue en su cargo y en su sindicato.
Nació en Gijón hace ya más de 30 años, se licenció en Comunicación Audiovisual en la Carlos III y le gusta más el cargo que una manifestación, que ya s decir.
Deberíamos darle a esa Ana García, el título de honoris causa. Honoris por la perseverancia en el aula y causa por la hoz y el martillo. ! Hay mucha fe, dignidad, credibilidad, honorabilidad y seducción femenina en esta señora !y/o señorita. A qué si ?.
— Democracia y Normas (@democranormas) 5 de abril de 2018
El diario La Razón publicó en el año 2013 que el SE criticaba las subvenciones públicas a sindicatos, por considerarlas migajas de la burguesía para controlar al movimiento obrero, a la vez que las recibía.
El SE ha recibido subvenciones del ministerio de Educación y de otros organismos gubernamentales a los que atacaba para posteriormente poner el cazo.
En el BOE se prueban estas ayudas y según el diario de Planeta, ellos ni se molestan en negarlo.
La labor del sindicato de estudiantes es unirse a una caza política sin esperar a las conclusiones de la investigación de la propia universidad? No es eso hacer política? #MasterCifuentesARV
— Vasco Criticón (@elvascocriticon) 5 de abril de 2018
De hecho, reconocen que esas subvenciones proceden de los mismos contra los que luchan, así como que depender de ellas significa «tener una soga la cuello». Incluso resaltan en letra mayúscula que éste no es su caso, contrariamente a la realidad de sus finanzas