Viernes 13 de abril de 2018 y como una película de terror, se repiten en las tribunas de opinión y en las editoriales los ‘sustos’ de las últimas semanas. Desde Cataluña y el empeño, nivel asno, del presidente del Parlamento catalán de querer investir a candidatos que no pueden serlo por razones legales, lo del PSOE y su financiación ilegal allá por el año 2007 o el tema de Cifuentes y su máster que sigue dando de que hablar.
Santiago González, en las páginas de El Mundo, se mofa de Roger Torrent, el bufonesco presidente del Parlamento catalán por empeñarse en llevar a cabo una y otra vez una ilegalidad:
El pobre Torrent se ha visto obligado a suspender su cuarta investidura y ha convocado en su lugar una Mesa extraordinaria para proponer una querella contra el instructor del Supremo por prevaricación, al denegar a Sànchez un permiso de excarcelación para su sesión de investidura. Esta cuestión ya la había dejado clara el juez hace un mes, pero el brazo tonto del Poder Legislativo es de los que se ha creído el bulo de la inexistente resolución de la ONU y creía que la mera apelación debía producir efectos milagrosos en el juez Pablo Llarena.
El editorial de El Mundo le exige al PSOE que haga algo más que ponerse de perfil ante las evidencias tangibles de una supuesta financiación irregular en el año 2007 durante la campaña electoral:
Ante las evidencias que señalan una trama de malversación de tal calibre, el PSOE no puede seguir de perfil. Se trata de hechos gravísimos que exigen no sólo la asunción de responsabilidades por parte de los dirigentes implicados, sino las oportunas explicaciones tanto de Pedro Sánchez como de Ximo Puig. La corrupción es una gangrena inaceptable, tenga el color político que tenga.
El editorial de ABC se centra en la falsa licenciatura que durante dos legislaturas figuró en el currículum de José Manuel Franco, el número uno del PSOE por Madrid:
El promotor de la moción de censura contra Cifuentes, el socialista Franco, ha sido durante años un falso licenciado en Matemáticas. Y nadie ha podido acceder a la afamada tesis doctoral de Pedro Sánchez. Fabricar una democracia de cartón piedra con líderes menos preparados de lo que dicen, capaces de hinchar sus carreras a base de mentiras o de falsificaciones, es una indignidad. Pero el escrutinio de todos ellos debe realizarse en igualdad de condiciones y trato mediático para que el reproche social que reciban sea idéntico, y no condicionado por su ideología. Ningún español merece este grotesco espectáculo.
Ignacio Camacho da por sentado que Rajoy tiene decidida la suerte política de Cristina Cifuentes, pero no la va a dejar caer a capricho de Ciudadanos, sino cuando el propio líder del PP considere más oportuno:
Rajoy alarga la espera por el prurito político de la iniciativa, para no parecer un títere de Cs, para empujar a Rivera a decantarse. Quiere que su socio y rival se acerque a la izquierda para ver si ese amago asusta a algunos de sus votantes. Estamos ante un pulso electoral, de carácter estratégico, ante el que el futuro del gato, como sostenía ayer Mayte Alcaraz, ya no importa a nadie.
Manuel Marín apunta que Rajoy, que tiene casi imposible salvar a Cifuentes, espera poder conseguir una jugada maestra, ver a Rivera retratándose con el cartel de neo-podemita:
Rajoy no va a convertir a Cifuentes en un mártir, pero tampoco va a sacrificarla sin exhibir antes un mínimo orgullo de pertenencia para obligar a Rivera a retratarse con el cartel de neo-podemita.