Caída Cifuentes, hablemos ahora de Espinar: al podemita le cayó una beca de la Complutense cuando papi mandaba en esta Universidad
No es una coña o una más de las bobadas que se sueltan a botepronto en el plató de televisión. El comentario de Jorge Javier Vázquez pone crudamente sobre el tablero una pringosa realidad (Caída Cifuentes, hablemos ahora de Espinar: al podemita le cayó una beca de la Complutense cuando papi mandaba en esta Universidad).
El ‘Rey de la Telebasura‘ ha analizado en su blog de Lecturas la dimisión de Cifuentes -«bien dimitida está» pero, sobre todo, la situación de «angustia» que ha vivido la expresidenta de la Comunidad de Madrid durante los últimos años «pensando que ese vergonzante acto de tu pasado [el robo de las cremas] puede aparecer en cualquier momento para arruinarte la existencia».
«Paradójicamente, quizás ahora pueda vivir tranquila. Y quizás ahora, también, se sienta más libre. Más feliz, incluso».
Vázquez reflexiona sobre la publicación del vídeo en el que Cifuentes aparecía con un guardia de seguridad que le había pillado robando dos cremas en un supermercado (Paco Granados ‘llora’ la caída de Cristina Cifuentes en un lujoso club de Marbella).
La fecha del vídeo era 2011 pero vio la luz hace unos días como puntilla a su delicada situación política. Acabó dimitiendo.
«No somos pocos a los que se nos ha intentado extorsionar de alguna manera. Demasiados, diría yo. Y la secuencia siempre es la misma. Primero, el pánico. Pánico a defraudar a tu familia, a que tu carrera se vaya al traste. Tú mismo te das igual, sufres por los que te rodean. El pánico se va trastocando en un miedo que te va acompañando cada vez con menos intensidad. Aprendes a convivir con él, a integrarlo en tu vida, a aceptarlo».
«Los personajes populares nos hemos convertido en golosos elementos para los cazadores de dotes. No es fácil vivir con la sensación de que en la esquina de cualquier madrugada te pueden tender una trampa».
«Luego, se extrañan de que nos volvamos recelosos y no enhebremos mucha conversación con la gente que se nos acerca. Nunca sabes quién te la puede jugar. A veces te preguntas si todo esto vale la pena, y no siempre consigues darte un ‘sí’ como respuesta»
