El espacio ‘Imprescindibles’ de La 2 de TVE ofreció este 28 de octubre de 2018 un programa que, haciendo honor a su denominación, resulta ‘imprescindible’ para todos aquellos interesados por la historia de los medios de comunicación: la historia de Iñaki Gabilondo.
El programa era en gran medida un homenaje rompiendo esa injusta costumbre de que ese tipo de formatos sólo se deben hacer cuando el ‘homenajeado’ ha fallecido o ya no está en condiciones mentales para participar.
Afortunadamente Elena Sánchez y los demás responsables de esta proyecto no comparten esa visión, lo que nos permite que el propio protagonista homenajeado pueda participar en el espacio y reflexionar en voz alta sobre todo los momentos de su vida recordados.
Mientras otros de los participantes repitieron anécdotas que ya se habían escuchado en otras piezas (sobre el 23-F, sobre el 11-M), Gabilondo sí se permitió relatar episodios menos conocidos. Cómo su vivencia de ‘El Proceso de Burgos’ desde la dirección de Radio San Sebastián bajo la amenaza terrorista: «Nos ordenaron poner la bandera de España en el balcón y nos llegó un comunicado de ETA diciendo que si lo hacíamos volarían la emisora».
Era 1970. Durante el programa Gabilondo fue claro, como siempre lo fue en el tema terrorista:
«Como vasco he sentido vergüenza, humillado porque mataban en nombre de mi pueblo y lo hacían invocando nuestro pueblo, eso siempre me ha producido dolor».
Entre las muchas ocurrentes partes utilizadas por el equipo de Elena Sánchez era una conversación de algunas de las principales ‘discípulas aventajadas’ de Gabilondo en una cafetería sobre su mentor: ahí estaban Silvia Intxaurrondo o Mamen Mendizabal.
Faltaba Ana Pastor, no se sabe si por falta de voluntad del espacio o de la ausente. Eso sí, Mendizabal hizo la crítica más fuerte contra el maestro del elogioso programa: «de los chistes que cuenta Iñaki, el 95% no tienen gracia».
No iba a haber críticas mucho mayores, no dejaba de ser un programa homenaje. No cabía esperar que hablaran sobre aquel fake-reportaje sobre el paro que le costó su puesto en TVE, ni sobre sus compleja relación con el Gobierno Aznar, ni sobre el episodio de los falsos suicidas del 11-M.
Pero en todo caso la ausencia de auto-críticas no cabe achacársela a Iñaki Gabilondo que a lo largo de su carrera ha demostrado su capacidad de hacerla en multitud de ocasiones, hasta el punto de ser el único gran locutor de radio que se ha despedido de los oyentes pidiendo perdón.
A cambio de estas ausencias, el programa de La 2 nos ofreció aspectos de la vida personal del locutor de los que nunca se había hablado, incluyendo la difícil situación de hijos por la temprana pérdida de su madre o su lucha contra el cáncer. Así como su gran pasión por la música (su imagen de director de orquesta habrá quedado grabada en la imagen de muchos espectadores).
Y entre las palabras más polémicas las de uno de sus hijos diciendo que su padre se comportaba ‘como un monje’, frase que llevaría a algún destacado periodista a recordar como a Gabilondo le apodaba ‘El Reverendo’ por sus editoriales en primera del plural en Cuatro cuál homilías).
Si entre los espectadores había alguno puñetero quizá discrepe de la afirmación que hizo Gabilondo de que tras salir de TVE «ya no volvió a ocupar ningún puesto directivo» (en realidad sí lo hizo, en el Grupo16, lo que ocurrió fue que no cuajó la cosa).
Y si entre los espectadores estaba Joaquín Arozamena le reprocharía que volvieran a ignorar el papel de La 2 el 23-F (quitando el primer Informe Semanal sobre el golpe, todos los demás tienden a olvidar a la vieja UHF).
¿Y las empresas periodísticas?
El gran problema que tienen los documentales y reportajes sobre periodistas en televisión es la existencia de un extraño síntoma entre cadenas de prohibición de citarse unas a otras por aquello de no citar a la competencia.
Fue original cuando Telecinco hizo un célebre reportaje sobre Encarna Sánchez borró su etapa en Antena 3, vital para entender la evolución de la locutora), el despreciable documental de TV3 sobre Xavier Vinader no citaba las palabras ‘Grupo Zeta’ y la pieza de TVE sobre la muerte de Valerio Lazarov consiguió – sorprendentemente – obviar su etapa en Telecinco, cuando esta era quizá la más destacada del rumano.
Por eso La 2, que pudo hablar de las etapas de Gabilondo en ‘En Familia’ o ‘Gentes de Primera’, no pudo hablar de episodios fundamentales en la vida gabilonda.
En TVE se puede citar a Radio Sevilla, Radio Madrid o Radio San Sebastián, pero en cambio no se podía ni mentar al Grupo PRISA, a Cuatro, o a CNN Plus. Ni citar a Jesús Polanco (cuando hablar de Gabilondo sin hablar de PRISA o Polanco es como hablar de Cronkite sin mencionar a la CBS).
Quizá porque Gabilondo sabe cómo está el percal mandó un mensaje sutil al acabar la entrevista, al hablar de cómo un periódico americano podría publicar informaciones contra su empresa propietaria: «¿Se podrían hacer revelaciones contra la empresa propietaria del medio en el que trabaja? Ese todavía es un capítulo en el que nosotros no hemos avanzado».
Era un comentario genérico, pero seguramente en los despachos del Grupo PRISA donde Gabilondo lleva trabajado durante tantos años aquel comentario resonaría un poco más. Los directivos prisaicos bien podrían contestarle que bastante tienen ya con que les pongan a parir todos sus competidores, como para que también lo hagan en su propia casa.
Otras intervenciones de Iñaki eran casi poesías: «Si no fuera en mi tierra, en mi hora final, me gustaría que me encontrasen en Sevilla». La pieza demostraba como gran parte de la historia de este país ha sido, para muchos españoles, narrada por la voz de Iñaki Gabilondo.
