Alguno y alguna anda ya escocizo o escociza.
David Jiménez publica ‘El Director’ (Libros del KO) con el que va a tocar las narices y la fibra a muchos personajes y varios sectores: entre ellos, el periodismo y el diario en el que fue director, El Mundo (abril 2016-mayo 2016).
Este 2 de abril de 2019 fue el protagonista del programa Todo es Mentira en Cuatro, en el que habitualmente Risto Mejide hace sus gañanadas pero por una ocasión el tema dio mucho juego sin chorradas interrumpiéndolo (o pocas).
Uno de los asuntos delicados que tiene encima de la mesa Jiménez es la relación con la redacción que dejó en el diario de Unidad Editorial, y Risto Mejide le tiró los tuits publicados por algunos periodistas, como es el caso de Lucía Méndez:
La abnegada redacción de EL MUNDO -varios Ere, 4 directores en 4 años- no se merece andar en cantares por aquí. Ni sus periodistas ser señalados en un libro de cotilleos de un ex director que no citaré para no publicitarlo. El respeto a los compañeros es lo primero. Lo primero.
— Lucía Méndez Prada (@LuciaMendezEM) 1 de abril de 2019
Caramba. Resulta que el ex director de El Mundo ha escrito sobre sus subordinados sin la deontología de llamarles antes para evitar inexactitudes o intentar recabar su versión; y encima les pide que compren el libro y se lo lean entero ¿Periodismo? https://t.co/2o4c5bAtq4
— Carlos Segovia (@carlossegovia_) 1 de abril de 2019
El exdirector no se tapó y respondió a su excompañera y habitual tertuliana televisiva con elegancia y sin ambages:
Soy el innombrable. Respeto completamente. Igual que yo he escrito el libro con libertad, la gente tiene libertad para ponerlo verde, con una salvedad: me gustaría que la gente que lo critica lo hubiera leído. ¿No te parece a ti [Risto] que estaría bien leerse el libro y que es lo mínimo que podría hacer un periodista antes de criticarlo? Se me ocurre eh, vamos, a lo mejor en el periodismo de hoy no hace falta hacerlo: uno puede coger tres pantallazos que hay por ahí, pero si no has leído el libro, ¡espérate a leerlo! Es el mínimo que se le pide a cualquier periodista.