Vamos a hablar de ‘Juego de tronos’, es decir, vamos a contar spoilers, no muchos pero los habrá. Así que, si no has visto el quinto capítulo de la octava temporada, el penúltimo de toda la serie, no sigas leyendo este artículo.
Daenerys se ha vuelto loca. Es así. No voy a entrar en detalles porque para eso ya está el capítulo pero la cuestión es otra. La heroína de ‘Juego de tronos’, ese icono social y feminista que ha sido la Madre de Dragones durante 9 años, se ha pasado al lado oscuro.
La Khaleesi ha arrasado con todo y con todos. Podría haber entrado en Desembarco del Rey, ir a por Cersei y punto. Pues no, Dany ha derramado sangre inocente y se ha quedado sola.
En primer lugar, la tesis de que el poder y la vida corrompen, no es nueva pero es fascinante. Es más doloroso ver a nuestros ídolos prostituirse moralmente que verles morir. Y aunque la lectura de la serie sea éticamente ambigua, es interesante, compleja y perfecta. ¿Se puede justificar el genocidio? ¿Hay que convertirse en tu enemigo para vencerle? ¿Juego de Tronos es feminista o machista? ¿La solución la tendrán, al final, los hombres?
El problema no es el qué, es el cómo. En Juego de Tronos han perdido mucho tiempo para que todo se dé la vuelta en cinco capítulos. Nos hacen creer que el gran dilema es, por ejemplo, el debate entre el amor y la obligación de Jon Snow cuando, en realidad, conoce a su reina y amante desde hace dos días (en tiempo de la serie es así)
El penúltimo capítulo de ‘Juego de tronos’ está tan cuajado de incongruencias que no se pueden ni enumerar. Detalles tontos: ¿Por qué en el episodio anterior era tan fácil matar a un dragón y en este es imposible? ¿Por qué Daenerys no mata a Tyrion si es el que verdaderamente la ha traicionado y sí se carga a Varys? ¿Por qué parece que los personajes principales están protegidos por una cúpula invisible mientras les caen piedras encima?
Si uno ha estado vertebrando la serie en varias tramas durante casi una década y de repente, sin previo aviso, das un golpe en la mesa y te cargas lo que has propuesto, pues es normal la sensación de estafa– Yo, sinceramente, me siento más defraudado por lo ‘fácil’ que fue cargarse al Rey de la Noche que lo que ha pasado en este último episodio-.
Filtración del FINAL de Juego de Tronos Temporada 8
Dicho todo esto, da igual. El problema no son los fallos y los errores de la serie. El problema es que le pedimos demasiado a ‘Juego de Tronos’. Se nos ha escapado de las manos el poder de esta serie. La gente se la toma demasiado en serio, parece una religión y se nos olvida de que es el mayor espectáculo televisivo de la historia.
‘Juego de Tronos’ es fast food de primera calidad. Está buena, es sabrosa y es popular. Yo estaba viendo esta batalla, esos planos, esa fotografía magistral y escuchando esa banda sonora y se me escapaban los aplausos. No podemos negar la evidencia.
Creo, sinceramente, que se han equivocado en apresurar acontecimientos, principalmente porque en las seis primeras temporadas, el ritmo era bien distinto, la trama no avanzaba hasta los dos últimos capítulos de cada tanda.
Antes nos quejábamos de la lentitud de la serie y ahora de todo lo contrario. Son tantas las tramas y tantos los personajes que no todos pueden tener un final digno, sobre todo si reduces la última temporada en seis capítulos.
Por ejemplo, Cersei ha muerto. Puede gustarte su despedida o no pero en los últimos episodios creo que se ha desvanecido su personaje. Se ha limitado a mirar por la ventana y ver el mundo arder. Esperaba una muerte más épica para alguien tan icónico.
No voy destripar más cosas del capítulo porque, repito, no merece la pena. Sólo decir que deberíamos ver ‘Juego de Tronos’ como lo que es; una serie. La más grande, de hecho. No es una guía espiritual ni lo pretende