ENTRAÑABLE ADIÓS DE UNA ESTRELLA DE LA TV A OTRA

Iker Jiménez se rompe despidiéndose de Robinson: “Nunca había llorado de esta manera por ningún comunicador”

“Me duele mucho que ya no esté; me ha dolido más que la muerte de muchos allegados, para qué nos vamos a engañar"

Iker Jiménez se rompe despidiéndose de Robinson: “Nunca había llorado de esta manera por ningún comunicador”
Michael Robinson e Iker Jiménez.

El excelso comunicador Iker Jiménez lleva varias semanas siendo uno de los nombres habituales de las informaciones mediáticas, porque asuntos como el de una pandemia azotando al mundo, con las teorías conspiranoicas que eso conlleva, desde luego son su tema. Además, al asunto le está entremezclando algunos dimes y diretes con otros personajes del momento, de modo que el presentador de Cuatro y de la SER es ahora mismo uno de los hombres clave del sector.

Lo que no esperábamos es que una desaparición, a priori lejana para él, le fuera a dejar tan tocado. Cierto es que Jiménez y el malogrado Michael Robinson compartían antena de la Cadena SER, pero escuchando el desgarrador testimonio del presentador del misterio, roto llorando en su cama «otra vez», compartían mucho más.

La despedida de Jiménez es entrañable:

¿Por qué me duele tanto la muerte de Michael Robinson? No dejo de darle vueltas en esta noche de insomnio.

Le vi pelear, sudar, rematar. Él fue el último ejemplo de un fútbol de furia, de carácter indómito, de un fútbol menos global, menos domesticado. “¿Así que me viste jugar en Osasuna?” Me dijo sonriente cuando le abordé por primera vez por los pasillos de la SER, “amigo, pues lo siento mucho”, sentenció con ese humor tan inglés que era rabiosamente español.

Llevaba una docena de años siendo la voz de esa experiencia casi onírica que eran las retransmisiones del Plus, y así han seguido siéndolo hasta ayer mismo con Carlos Martínez.

Yo me quedaba con Robin, con sus expresiones, con su humor, con su término justo, nunca alardeaba. Estaba en esa dimensión de la elite, de quien no pretende fanfarronear sino ser didáctico.

El carisma era su arma secreta, era imposible que Robinson cayera mal a nadie. Cómo me reía con él y cómo le admiraba. Ahora, a ta profundas horas de la madrugada noto que se me ha muerto una voz amiga, un cronista ligado a mi juventud y madurez, y es como si se te apagase un sector del corazón.

Noto ahora la estocada muy profunda. Siento más la muerte de Robinson que la de muchos allegados, para qué voy a mentir. Porque hay personas que son más familia que la propia, y Robin era de mi familia espiritual, y seguro que de la de muchos.

Iker Jiménez comenzó a romperse entonces:

Me duele mucho que no esté aquí, que ya no suene, que no nos acompañe. Que no nos haga reír o reparar en el detalle que ‘el ojo no ve’. Se me hace un nudo en la garganta de saber que no voy a escucharle más. Se ha roto una relación que latía cada semana desde hacía unos 30 años. ¡Vaya estocada, amigo Robin! Se me va a quedar una herida muy honda y te juro que no encuentro consuelo en esta noche negra. No me avergüenza decir que estoy llorando en la cama otra vez. Hasta siempre, Robin, amigo.

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