Primeramente manda y en todo le obedecen,
¡qué alegría tu abrazo, qué continua frecuencia!
Estar siempre aquí al lado o no estar y presentirte
con haberlo pensado y con verlo eternizado,
una rápida fuga comprometida alienta
esa mecha del hielo que se convierte en cresta,
y se empuja a sí mismo y hacia la nueva vida,
infrecuente en el pecho del abismo medido,
en estribo de fondo con trabajados brazos,
idénticos en todo y publicados a diario.
Comprimen los pesares ajenos en los propios
comprendiendo suspiros e ignorando las cosas
de sentidos negados en paisajes inquietos.
¡Ay así tal como es lo sensible y aplaudido!
y que siempre traspase al anuncio como un beso
que puede superar de manera perfecta,
al número de fuego y al grito de pradera.
Y ahí llevas aurora mi amor y la bondad
que de nuevo se estrena con todo tu cariño
para apagar el viento con lágrimas de sueños.
José Pómez
http://pomez.net