Qué bonito es decir yo te respeto
y más hermoso aún si dice respeto
como piensas y te dejo decirlo
te escucho muy atento cuando me hablas,
y así y de ese modo sé que discrepo
de todo cuanto dices y no callas.
Pero no se respeta nunca a nadie
y además en la rama de coraza.
¿A ver quién es el árbol que se presta
a ponerse delante del esfuerzo
convertido en conciencia adelantada
para hacer todo lo que está pendiente?
Si al final de los tiempos siempre queda
engaño autoengaño y desengaño
y el viento deslizado que acumula
el habla en la perpetua rosaleda
y vertida en la brizna recordada
ya escrita con la lumbre de las velas.
José Pómez
http://pómez.net