Tu desenfado idílico.
Destila tejeringo
y origina la cima
tallada por vikingo
como en encina de hilo,
donde a veces distingo
extraños ruiseñores
y así descuajeringo
la hoja y melancolía.
Con un solo jeringo
de vera sobre el pozo
calcula el pingopingo
deshojada la aurora,
que en complejo galindo
se desata la falda
y aún te queda el capingo
repleto de tus rosas.
A lomos de llamingo
sin ser parte ni prosa
en mecido tilingo
se enciende con los nardos,
esperando silingo
maravillado al frente
de tórtola y domingo
con jazmines y luces.
La subasta del bingo
permite un ungüento
torcido y aquí obviado
y un nuevo trujamán
de retales y pingo
mira sin ver los cantes
sin esperar respingo
en acequias de brasas.
José Pómez
http://pomez.net