El mentiroso rostro de ambiciosas
proezas por cristalinas ya gafadas
su elegancia permite la celada
indescifrable y quieta en mariposas.
Ya no cantan las calmas de las cosas
ni los despertadores sueñan nada
rocío de semana con la espada
silenciosa en terrón marcando rosas.
Desesperanza eterna en buena gente
sin poder decir agua siguen mudas
observando las manos de la fuente.
Desde el canal comprado llega error
y en vientos flojos con muy pocas dudas
la palabra del día es traidor.
José Pómez