El caballito el gato y el conejo
enmudecidos todos solidarios
con la sirena alerta en la parada
de primavera llena con tus carreras
de recuerdos nacientes entre olas
perfectas y alineadas a tu nombre.
Al mundo descubierto (estaba helado)
por no nombrarlo nunca pasa el tiempo
cara a cara eterniza la mirada
en altavoces de tus dos mejillas
sigues anclando risa a quien te quiere
nube y vela criatura de la vida.
No quiero pronunciar tu nombre propio
prefiero dejar que se pose en tu alma
como un pájaro arropa la belleza
de madrugada herida caminando
por los caminos de la porcelana
siguiendo una sonrisa que lo sueña.
José Pómez