Hacia el mar la primera
los destinos
nuevos
iban preñados
con petates
y a la vez
la ilusión
del oleaje
de la roja a la verde
familia de las olas
cristalinas
sus rítmicos sonidos
sus subidas al cielo
rezones
en la arena
con esa retirada
de las aguas
quedan al descubierto
las rocas
la casa del cangrejo
y en su afán
multiplica el trabajo
durísimo por cierto
filamento
del viento
es como un cristal de agua
perfecto y abierto.
Tú muy grande
mar
con las siguientes
olas
a la vida
ya venías
con la sal
a borbotones
sobre la orilla inclinas
todo el cuerpo.
Así te navegaba
pude
hacerlo
con
dos remos
en una rampa
el salitre del cielo
su flor
preferida.
Y a partir de ahí
el universo escrito
los rociones
algunos torcidos
los bandazos
del temporal
y la enorme alegría
del permanente
en los destinos
cada cosa
impregnaba acierto
iluminaba senda
y quedaron
soldadas al recuerdo
fragancia
vaivén
imprescindible.
Marítima
el alma
arco en una costa
su altura su esfera
su semejanza.
¡Ay! amor
de la mar
es el destino
pendiente
lo hablamos aún
repletos de ganas nuevas
con petos elegidos
repitiendo conducta.
Oleaje
la mar arbolada
perfumada
correcta y sincera
severa en la luz
toda
distinta
destreza
trepamos
hacia la tabla
de jarcia
ausentes de miedo
entrelazando
velas con viento
mirando las estrellas.
Tal vez no seguro
ya no soy aquel niño
mareante entre las olas
que navegaba en tu pecho
quizá
mil años me cambiaron
algunos músculos
la rodilla
y el oído
no te hablaré
de la cabeza
ni el corazón.
Además
algunas veces
vuelves a ser
aquel mar
para este grumete
donde
una roldana
asoma y trabaja
como de costumbre
con su chirrido
de luz alegre
aparece el levante
es el destino
del primer día
frente a tus ojos
contemplando saleros.
Ahora bien
venga
el conocimiento
de donde venga
la paloma apoya
su pecho en la arena
cálida
su leal fuerza
destinada
a alegrar tus minutos
a modo de brindis
te escribo ya sabes
ordenándote
una vez más
mi mar que te cuides
siempre siempre
y como sé cómo eres
pongo en tu alma
mi destino.
José Pómez
http://pomez.es
