Una vez paseamos juntos solos
hace ya tanto tiempo que hasta había
un arcoíris frente a las ventanas
de las casas redondas de tu monte.
En aquella mirada sostenida
sin sobresalto eterno ni paraguas
el angular perfecto retenía
tiernas caricias en loma dichosa.
Pero en esta ocasión nueva sin viento
cuando asciende y se expande al otro lado
parece vivo crece entre la bruma.
Una sensación reconocida
olvida el mar antiguo por tus calles
y así mismo confluye en el presente
el trabajo a destajo de la bella.
Documentando el hecho con un gráfico
como espejo embalado ya la espero
a esa amante del arco observadora
mitad sal mitad agua enamorada.
José Pómez
http://pomez.es
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