Las luces no las sombras
son principio y apoyo
terrible de la nada
¿Quién oye al que no grita?
La alegría se embalsa
vive desvanecida
y después se derrama
hasta inundarlo todo.
La apertura desliza
cortinas y pupilas
y el silencio escurrido
presente en la belleza.
La voluntad permite
alentar una danza
dibujando los pies
mientras ceden los humos.
Se observa y se percibe
la estrechez de lo adulto
poco más puede entrar
en barrotes medidos.
En un kilo incesante
se cansa la mirada
y se calma en un álamo
rosado y parlanchín.
José Pómez
http://pomez.es
?Ñ