Moncloa no trata igual a redactores y fotógrafos

Con una hora de retraso han comparecido ante la prensa De la Vega y Montilla. Largas han debido de ser las deliberaciones tomadas por el Gobierno para intentar preservar la españolidad de Endesa. Finalmente, la fórmula elegida ha sido la de un Real Decreto. Se tramitará, por tanto, de forma urgente y ampliará las competencias de la Comisión Nacional de la Energía para que se pueda pronunciar sobre la OPA de la alemana E.ON.

Una hora da para mucho. Tiempo de sobra para que los fotógrafos regulen sus cámaras, preparen sus objetivos y busquen el lugar desde el que inmortalizarán a la vicepresidenta. La búsqueda de la originalidad es complicada en unas comparecencias que, salvo ocasionales excepciones, se desarrollan siempre igual. La portavoz desgrana una por una todas las decisiones adoptadas por el Gobierno y, acto seguido, da paso al ministro del ramo que le acompañe.

En su trabajo, los fotógrafos centran sus esfuerzos digamos que en tres momentos clave: la llegada, el intercambio de miradas y los corrillos. El primero se refiere a la entrada solemne de la vicepresidenta en la sala. Apenas cinco metros separan la puerta de la tarima., pero cuando los recorre De la Vega, la solemnidad se acentúa entre el ritmo marcado por los disparos de las cámaras y el mutismo generado entre los asistentes.

El segundo momento clave se produce cuando los comparecientes, en este caso De la Vega y Montilla, cruzan sus miradas, se miran de reojo o gesticulan con sus manos. Hay una especie de regla no escrita por la que cuando uno de estas incidencias se produce, los flashes de todas las cámaras disparan al unísono, como si se hubieran puesto de acuerdo de antemano.

Y a todo esto llega el momento más esperado. Los corrillos entre los periodistas y los ministros. Es la ocasión de hacer esa pregunta que De la Vega no te ha dejado preguntar o el momento de intercambiar pareceres entre el Gobierno y la prensa. Ahí sí que hay material de sobra para obtener unas buenas imágenes. Fuera de los focos y de las declaraciones solemenes se puede encontrar la cara amable de nuestros representantes. Material demasiado valioso como para que Moncloa deje captarlo sin poner restricciones.

Eso, al menos, es lo que ha hecho este viernes al llamar la atención a los fotógrafos que una vez terminada la rueda de prensa han seguido haciendo su trabajo. Las reglas no son iguales para todos. Así que mientras los redactores pueden seguir haciendo preguntas, corroborando datos y buscando impresiones, los gráficos deben reprimir sus instintos y tapar sus objetivos.

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