Zapatero y el increíble estatuto menguante

(Carmelo Jordá).- El proyecto de nuevo Estatut de Cataluña cosechó un apoyo parlamentario cercano al 90 % en la cámara catalana; en el Congreso de los Diputados este apoyo fue de algo más del 55 %; en su penúltimo trámite en el Senado los votos positivos han caído por debajo del 50 %.

En su espectacular estreno como bloguera en Periodista Digital Lourdes Muñoz Santamaría, diputada del PSC, nos explica su punto de vista sobre este descenso del apoyo lo que es cierto es que la suma de los partidos parlamentarios que promueven el NO en el próximo referéndum ya se acerca al 30%, y eso no incluye el voto que pueda movilizar Ciutadans de Catalunya, que ya se ha mostrado frontalmente en contra de la norma tal y como sale de las Cortes. No parece que un resultado final positivo peligre, pero como la propia Lourdes señala hay que andarse con ojo porque es más fácil movilizar el voto a la contra que el positivo.

A esto hay que sumar que tradicionalmente la ciudadanía catalana se muestra más abstencionista en todas las convocatorias electorales autonómicas y que, según muchos analistas, el nuevo estatuto ha provocado más indiferencia y hastío que verdadero interés; con todo esto, finalmente nos podemos encontrar con una participación muy baja y una victoria no excesivamente amplia, es decir, con un Estatuto cuyo apoyo real esté muy por debajo del 50 % de la ciudadanía.

Como bien apunta hoy en su Barcepundit el artista antes conocido como FrancoAlemán, Jose Miguel Guardia, al Presidente Zapatero se le llenó la boca de consenso a la hora de rechazar el Plan Ibarretxe hace poco más de un año:

Salvo en estos últimos 25 años, nuestra historia constitucional es un recetario de fracasos, una gran página de fracasos. ¿Saben por qué? Todos lo sabemos porque todos la conocemos: porque normalmente se hicieron constituciones de partido, se hicieron normas políticas con el 51 por ciento, y las normas políticas con el 51 por ciento para ordenar la convivencia acaban en el fracaso. Esa es la diferencia, que uno puede, con toda legitimidad, gobernar con el 51 por ciento, pero para construir con legitimidad un orden político, una norma institucional básica, me da igual que sea una constitución o un estatuto político —busquemos la denominación que queramos—, no sirve el 51 por ciento. Lo que expreso en esta Cámara es que busquemos el 70, el 80, el cien por cien para una norma política institucional básica […]

No será la primera vez (ni probablemente la última) que el actual gobierno matiza alguna declaración anterior, entendiendo el concepto “matizar” en un sentido tan amplio como decir exactamente lo contrario de lo previamente dicho, pero aún así hay algunas preguntas que sería pertinente hacerse: ¿qué pasará si el nuevo estatuto es votado por menos del 50 % de los electores? ¿Qué ocurre si el porcentaje de electores (ojo no de votos emitidos, que es muy distinto) que apoya el nuevo texto es inferior al de los que lo apoyaron en el anterior referéndum del anterior estatuto (casi un 60 %) en el año 79? ¿Estará abocado al fracaso como bien predijo nuestro presidente?

Ardemos en deseos de saber como se justifica entonces que, a pesar de todo, se siga adelante.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído