A por Alonso (o todos lo vieron)

(Carmelo Jordá).- Asisto este miércoles a mi primera sesión de control en estas nuevas (o no tan nuevas quizá) tareas de cronista político. Llego al edificio de la Carrera de San Jerónimo acompañado por un compañero de estas páginas, el diputado popular Miguel Barrachina, con el que antes de la sesión he compartido una muy agradable comida en un restaurante italiano cercano, más tranquilo que el del propio congreso aunque pierda uno la oportunidad de contemplar fenómenos llamativos como la mesa que pude ver en otra ocasión ocupada por el portavoz de ERC, Joan Puigcercós, y tres venerables monjitas.

La sesión de control de los miércoles tiene una liturgia llamativa que supongo que se repite miércoles tras miércoles y que tiene algo de baile entre políticos y periodistas, esos dos gremios tan lejanos en muchas cosas pero tan cercanos, al menos físicamente, y sobre todo condenados a entenderse, encontrarse, odiarse y en ocasiones hasta amarse.

El sarao empieza cuento estamos todos todavía entrando en el hemiciclo: diputados, periodistas y público en general. En mitad de este jaleo de gente de acá para allá ha empezado a hablar Gaspar Llamazares, que ha mostrado su preocupación por el acceso de los jóvenes a la vivienda digna. A él lo ha seguido un diputado del PNV, Josu Iñaki Erkoreka al que no ha hecho caso más que el propio Presidente y porque tenía que responder a su pregunta sobre la reforma laboral. Todos hemos dado un pequeño respingo, eso sí, cuando el Sr. Erkoreka ha afirmado que España es un “estado plurisindical” porque hay varios sindicatos. Lo que aprende uno por estos lares.

Pero la verdadera sesión ha empezado con el ataque popular al ministro Alonso por el famoso “caso Bono” y las detenciones ilegales de dos militantes del PP. Bajo la mirada atenta y cariacontecida de estos militantes, que estaban en la tribuna del público supongo que invitados por su partido, Rajoy ha descargado su breve discurso sobre el presidente del gobierno afirmando de diversas formas la gravedad del caso y la responsabilidad que en él tiene quién por entonces era jefe de la policía y es ahora ministro de Defensa.

Zapatero ha respaldado a su ministro, como no podía ser de otra forma, y ha tratado en su intervención de transmitir la idea de que los ataques del PP afectaban a las fuerzas de seguridad. Con algo más de intención en su segunda intervención el presidente ha afirmado que su partido no cuestiona ni a los jueces, ni las instrucciones de éstos ni las pruebas, en una referencia poco velada al sumario del 11M.

Sin embargo dos de sus ministros sí que han cuestionado a los jueces poco minutos después, o al menos algunas partes de sus sentencias: tanto el propio Alonso como después Rubalcaba han afirmado que Bono fue agredido en la ya famosa manifestación de la AVT, a pesar de que la sentencia que condena a los tres policías lo niega explícitamente.

Alonso ha sido el que más dificultades ha tenido en su batalla dialéctica con hasta tres diputados del Partido Popular, Acebes, Zaplana y una Alicia Sánchez-Camacho que ha estado tan brillante como agresiva y durante cuya intervención se ha elevado el fragor de la cámara hasta, probablemente, su punto más elevado. Indirectamente Sánchez-Camacho ha provocado también uno de los instantes más llamativos de la sesión: tras afirmar en su segunda intervención la diputada que Alonso va “a pasar a la historia como el ministro de las detenciones ilegales” el ministro anunció con una modesta no exenta de arrogancia que no aspiraba a pasar a la historia, a lo que un buen número de diputados populares ha respondido con lo que parecía una única voz: “¡Pues lo vas a hacer!”.

La diputada Sánchez-Camacho recibía luego en el pasillo las felicitaciones de algunos compañeros de partido e incluso de varios periodistas y nos explicaba, muy satisfecha de cómo estaba marchando la sesión, que van a pedir la comparecencia de Alonso en la comisión de Interior como ya se hiciera con Federico Trillo en la de Defensa cuando no sólo no tenía la cartera de esa área sino que ni tan siquiera era ministro.

Tras la intervención de Alonso el hemiciclo se ha vaciado casi por completo, y los periodistas han salido también al pasillo a preguntarle a los políticos por el resultado de la final de la Champions (por cierto, por una vez han coincidido en algo Zapatero y Rajoy: gana el Barça) así que bastantes menos hemos estado presentes para ver en directo como Rubalcaba afirmaba que él vio como Bono fue agredido “con mis propios ojos (…) como lo vieron millones de españoles”.

Un modesto servidor no puede decir lo mismo a pesar de haber visionado las imágenes montones de veces, pero está claro que mi agudeza visual no se puede comparar con la de Rubalcaba, ni la del juez, ni la de los propios guardaespaldas de Bono, ni la de los militantes del PP que pasaban por allí… Va a ser cosa de que todos le hagamos una visita al óptico.

Claro, que puede que no sea eso…

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