Cuando el interés está fuera del hemiciclo

(Carmelo Jordá)-. Las sesiones de control parlamentario de los miércoles que este cronista está empezando a cubrir tienen un formato que muchos de ustedes conocerán, pero creo que es interesante explicarles en detalle por si acaso: en virtud de su representatividad cada partido político tiene la oportunidad de hacer un número determinado de preguntas al gobierno, el Partido Popular, por ejemplo, puede hacer varias cada semana (una de las cuales se dirige siempre al presidente Zapatero), otros sólo disfrutan de ese privilegio algunos miércoles…

Tanto el diputado preguntante como el miembro del gobierno respondente tienen dos minutos y treinta segundos para su intervención y habitualmente dividen ese tiempo en dos tandas, una primera para formular la pregunta o la correspondiente respuesta y otra para pelearse con el adversario.

Uno de los aspectos más fascinantes de estas sesiones es comprobar que en tan escaso lapso de tiempo una exposición oral, un pequeño discurso, puede aburrir a las ovejas, como se dice popularmente. En el pleno de este miércoles hemos sufrido varios ejemplos de esto y, de hecho, cuando escribo esta crónica “disfruto” a través de las pantallas de la zona de prensa de nuevos ejemplo a cual más narcotizante. Como no quiero empezar a caerle mal a nadie tendré la prudencia de no dar nombres, pero es alarmante la escasa capacidad dialéctica de muchos de los representantes de la nación.

Además de estos momentos de sopor la sesión de esta semana ha destacado más por lo que ha ocurrido fuera del hemiciclo (o lo que ha dejado de pasar) que por lo que ha transcurrido en su interior. Antes de la sesión y en plena Carrera de San Jerónimo y junto a los famosos leones se encontraba el colectivo de actrices “Rosas por la paz” repartiendo rosas blancas a los diputados que iban entrando (a los periodistas no nos daban rosas, que injusta discriminación).

Las rosas eran de una frescura y una belleza notables, me estoy refiriendo a las que se entregaban porque algunos compañeros de la prensa (en esto tampoco voy a señalar) se mostraban muy decepcionados por la ausencia de ciertas famosas –y bellas– actrices que se suponía habían de estar allí: Aitana Sánchez-Gijón, Ariadna Gil… pero luego no ha sido así y, si bien no menos esforzadas, las presentes no podían sustituir a las ausentes desde determinados puntos de vista.

La iniciativa pretende conmemorar que el 24 de marzo entro en vigor el alto al fuego de ETA y ser un apoyo al “proceso de paz”, así que los diputados socialistas se han apuntado de una forma bastante numerosa y hemos visto el hemiciclo poblado de rosas blancas, o mejor dicho parte del hemiciclo. Como algunos populares han comentado, curioso eso de conmemorar algo sobre la paz relacionándolo con la fecha de un comunicado de una banda terrorista.

El otro hecho significativo ha sido que, ante la ausencia obligada de Rajoy (que se había tenido que ir al entierro del padre de Javier Arenas) Rodríguez Zapatero no ha tenido a bien responder a la pregunta que éste iba a hacerle y que finalmente ha formulado Ángel Acebes al ministro Caldera. Lo llamativo de esta cuestión es que el presidente sí había respondido unos minutos antes a un diputado de Izquierda Unida que no era el portavoz de la coalición. ¿Demuestra esto que el gobierno está particularmente incómodo cuando se trata el tema de la inmigración como ha defendido Acebes en el Pleno? Pues no sabemos, pero al menos ha sido algo más bien descortés.

Precisamente la inmigración ha sido el tema estrella de una sesión en la que el ministro de Trabajo ha tenido que multiplicarse para tratar de detener los ataques que al respecto le han lanzado los diputados del PP e incluso el portavoz de Coalición Canaria, Paulino Rivero. Caldera ha defendido a capa y espada el proceso de regularización del año pasado (culpable según la oposición del “efecto llamada” sobre los inmigrantes) y ha tratado de ablandar los corazones de los presentes hablando de África, de la miseria y de los derechos humanos. Ha sido un esfuerzo loable pero más bien en vano, al menos por lo que se refiere a la oposición.

Otro rifirrafe de cierta intensidad que ha elevado un poco el tono ha sido el que han mantenido dos diputados populares, Miguel Barrachina y Macarena Montesinos, con el ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar. El tema de confrontación han sido las polémicas palabras sobre la fiscalía que aparecían en las grabaciones con las que unos diputados socialistas de Valencia han tratado de implicar a Zaplana en un escándalo de corrupción. Las habituales acusaciones sobre falta de credibilidad de unos y otros han volado por encima de las taquígrafas para caer a un lado y al otro del hemiciclo.

Por último, algo que tiene aspecto de convertirse en un clásico: la pelea entre el Partido Popular y el ministro del Interior sobre el caso de las detenciones de los militantes del PP de Madrid. Alicia Sánchez-Camacho y Rubalcaba han vuelto a demostrar sus tablas como parlamentarios y la discusión tiene pinta de prolongarse en las próximas semanas. Si es así, aquí se lo contaremos.

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