Los incumplimientos de Zapatero

(Carmelo Jordá).- Se inicia la negociación con ETA y el presidente lo acaba de anunciar, como prometió, en el Congreso de los diputados. ¿Cómo prometió? No exactamente, aunque en teoría pueda decirse que es así, en la práctica la fórmula final que ha elegido el Presidente es muy distinta de lo que él mismo había prometido y de lo que tanto la prensa como otros grupos políticos esperaban.

Cuando se pidió a la cámara autorización para iniciar una negociación si se daban las condiciones oportunas, allá por el mes de mayo del año pasado afirmo que, llegado el caso:

«Si se diera el caso, me comprometo formalmente a acudir ante esta Cámara para explicar los pasos a dar y para solicitar el respaldo de todos los grupos políticos al logro de la gran aspiración de poner fin al terrorismo en España».

Hoy se ha producido esa comunicación, pero no ha sido en el pleno del Congreso y ante los representantes de la soberanía popular sino en una sala ante los periodistas y, además, sin admitir ninguna pregunta. Aunque ahora desde el PSOE y desde el propio gobierno se nos intente convencer de que hay que entender “en un sentido amplio” lo que se anunció entonces, lo que ha ocurrido no puede interpretarse sino como un engaño a la ciudadanía o, al menos, un claro incumplimiento de la promesa dada hace poco más de un año.

Es más, tan sólo hace unas semanas, a principios de mes, Zapatero decía a un diputado del PNV en el propio pleno del Congreso:

«Yo quiero que eso sea compartido por toda la Cámara, por eso no voy a dar la señal hoy, señorías, quiero que sea compartido».

Es decir, que en menos de un mes Zapatero ha cambiado de opinión y, a pesar de la pirueta de presentarse en una sala del edificio de la Carrera de San Jerónimo, ha mentido de una forma bastante evidente. Por otra parte, ha habido dos incumplimientos más en el plan que el propio presidente marcó al inicio del proceso: ni se ha convocado la Comisión de Secretos Oficiales ni al Pacto Antiterrorista.

Es más, si revisamos el texto que se aprobó en el Congreso el pasado año encontramos un nuevo incumplimiento que hoy ha reconocido, quizá inconscientemente, el propio presidente. En la moción aprobada entonces podemos leer:

“Si se producen las condiciones adecuadas para un final dialogado de la violencia, fundamentadas en una clara voluntad para poner fin a la misma y en actitudes inequívocas que puedan conducir a esa convicción, apoyamos procesos de diálogo entre los poderes competentes del Estado y quienes decidan abandonar la violencia”.

Pero ayer mismo Pernando Barrena, uno de los máximos dirigentes de la ilegalizada Batasuna, se negaba a condenar o incluso a rechazar la violencia de ETA y, hace bien poco, hemos visto a los asesinos etarras demostrar en la Audiencia Nacional demostrando una escasa voluntad de abandonar la violencia.

Del mismo modo, y pese a afirmar rotundamente en la comparecencia de hoy que “las cuestiones políticas se deciden con los representantes políticos” dando a entender que en la negociación con ETA no se abordarán ningún tema en este sentido, ha pasado buena parte de la comparecencia hablando del futuro político de Euskadi y de los acuerdos que serán necesarios para hacer “una paz fuerte”.

En conjunto, todas estas contradicciones y el incumplimiento de tantos compromisos que él mismo se había marcado resultan un extraño comportamiento que no hace sino reforzar el punto de vista de aquellos que defienden que el Presidente sigue la agenda marcada por ETA y los plazos que la propia banda marcaba en el comunicado – entrevista aparecido en Gara.

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