¿Cómo es el voto inmigrante?

(Carmelo Jordá).- La propuesta que han hecho el Partido Socialista e Izquierda Unida sobre la ampliación del derecho del voto a los inmigrantes no comunitarios en las elecciones municipales abre un debate sobre qué orientación tendría ese voto y, en definitiva, a qué partidos favorecería.

Es obvio que si los partidos de izquierda ponen en marcha una iniciativa así es porque esperan verse beneficiados por ella y, en un primer análisis, también podría pensarse que los inmigrantes se decantarán por las opciones políticas que les han dado la posibilidad de acercarse a las urnas. Por otra parte, tradicionalmente se establecen ciertos paralelismos preconfigurados que llevan a pensar en determinadas corrientes de voto por sectores sociales aparentemente invariables como, por ejemplo, que los menos favorecidos (entre los que en principio están los inmigrantes) votan a la izquierda.

Sin embargo, creo que el juego político es mucho más sutil y que, especialmente a medio y largo plazo, los promotores de esta iniciativa podrían llevarse una curiosa sorpresa si finalmente la llevan a buen término.

Por sorprendente que pueda parecer, la experiencia en Europa y en Estados Unidos ha demostrado en bastantes ocasiones que el voto inmigrante no se alinea con los grupos políticos que favorecen una política más permisiva en este campo sino, precisamente, con los que se muestran más partidarios de las restricciones. ¿Cómo puede ser esto? Muy sencillo: una vez que el inmigrante tiene sus papeles y disfruta de la condición de “legal” los que puedan llegar tras él (exceptuando a sus familiares, claro) no serán sino duros competidores en algunos campos vitales: la búsqueda de empleo, el uso de determinados servicios, el acceso a numerosas ayudas públicas… No sólo eso: cuanto más recién llegado sea el inmigrante peor será como contrincante ya que su situación es más complicada y, por tanto, su capacidad de sacrificio mayor. La situación ideal para un inmigrante sería, por tanto, que el país que lo acoge se “cerrase” inmediatamente después de que él legalice su estado.

Otro aspecto que no está muy claro es el interés que puedan tener los propios inmigrantes en votar en unas elecciones municipales y, honestamente, creo que no será demasiado excepto, quizá, en poblaciones no muy grandes o cuando se le presenten alternativas con las que verdaderamente se identifique, es decir, partidos ad hoc. En este sentido, ya se está hablando de la aparición de alguno de estos partidos, lo que tampoco favorecería la supuesta captación de votos «progresistas».

Ya para terminar, hay un factor más que creo puede resultar significativo: buena parte de la red asistencial de la que hacen uso los inmigrantes y que sí puede ser una de sus prioridades políticas depende de las administraciones autonómicas (que tienen transferidas las competencias de salud y educación, por ejemplo) y municipales, por lo que también sería lógico asistir a un voto “agradecido”, si se me permite la expresión, hacia los partidos que capitalizarían su gestión al frente de esos organismos asistenciales.

Si, como bien apunta el compañero de Blog_Zone Mario Toledo en su artículo sobre este tema, la medida está pensada para estrechar la brecha entre PP y PSOE en las grandes ciudades con alta inmigración como Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga y Alicante, en cuatro de ellas el partido que domina el ayuntamiento es el Popular, y en tres también la comunidad autónoma está gobernada por el PP, así que no se podría descartar que ese voto “agradecido” a quien en teoría oferta los servicios (ya se sabe que en este país los partidos son especialistas en apropiarse de lo que hacen las administraciones) podría resultar cualquier cosa menos “progresista”.

El tiempo dirá, si finalmente la iniciativa se lleva a cabo, qué análisis es el más acertado, pero no sería la primera vez que la izquierda se equivoca en sus planes y en las reacciones que espera del electorado frente a fenómenos complejos como la inmigración. En Francia, por ejemplo, todavía está lamentándose de haberle dado alas a un LePen que en las últimas presidenciales logró más votos que el candidato socialista.

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