¿Se ha creído la baronesa Thyssen que el Paseo del Prado es suyo?

¿Se ha creído la baronesa Thyssen que el Paseo del Prado es suyo?

(PD).-. La baronesa Thyssen está dispuesta a que el Paseo de Recoletos de Madrid se haga a su antojo. Es la segunda vez que la dueña del afamado museo planta cara al Alcalde de Madrid, que ya se comprometió a no tocar un árbol, y le repite que la obra se hará como ella quiere o se lleva la pinacoteca de donde está. De nuevo la baronesa ejerciendo el chantaje sobre el Consistorio madrileño.

Primero fue el espectáculo del encadenamiento a los árboles de la zona, para que el Ayuntamiento de Madrid no tocara ni uno. Alberto Ruiz-Gallardón, pese a que no estaba así en el proyecto original, cedió. ¿Problema resuelto? No.

La baronesa Thyssen se queja ahora por la concentración de tráfico que se producirá ante el museo como consecuencia de la habilitación de una gran zona peatonal al otro lado del Paseo del Prado.

Los antojos de Tita tienen que tener freno. Fueron todos los madrileños quienes eligieron a su alcalde y a sus concejales. Si Carmen quiere regir Madrid debería presentarse a las elecciones, y no funcionar a golpe de chantaje a todos los madrileños.

Es el Ayuntamiento el que gobierna la ciudad de Madrid, y no una baronesa antojadiza -por mucho que allí haya un museo de su propiedad-. La ciudades se gobiernan conforme a un programa electoral.

Y es ese Consistorio el que decide cuáles deben ser los planes de remodelación urbanística de una ciudad en crecimiento continuo.

En este caso, se da la circunstancia de que en este caso la construcción de un túnel para desviar el tráfico de superficie presenta dificultades medioambientales y técnicas absolutamente disuasorias, según han reconocido los arquitectos responsables del plan urbanístico. Cuando se planteó por vez primera la posibilidad del túnel, en 1999, el concurso quedó desierto.

Carmen Cercera no es una privilegiada en las formas del siglo XIX. La baronesa, que ya está cayendo en el ridículo, debe de saber que en una sociedad desarrollada, moderna y democrática, los envites de la baronesa Thyssen suenan a añejo despotismo ilustrado, a gestos de aristocracia sin reciclar, a una concepción clasista de la sociedad, frente a todo lo cual cobran más valor si cabe el principio de igualdad, la representación democrática y el imperio de la ley.

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