Dos cara a cara en televisión

Dos cara a cara en televisión


(PD).- En un reservado de un hotel de cinco estrellas de Madrid, a las siete de la tarde de este miércoles, José Blanco y Pío García Escudero acordaron que Zapatero y Rajoy celebren dos cara a cara en televisión antes de las elecciones.

El primero se celebraría durante la última semana de precampaña o la primera de campaña. El segundo debate llegaría en la última semana, es decir, a comienzos de marzo. Las elecciones se celebrarán el día 9.

La próxima semana, en una nueva reunión entre los coordinadores de las campañas del PSOE y del PP, se hablará de los contenidos sobre los que girarán los debates y el lugar o lugares donde se celebrarán.

No se entró este miércoles en la mención de ninguna cadena de televisión, si bien quedó claro que no habrá exclusiones de partida.

Es casi seguro que en las conversaciones surja la posibilidad de celebrarlos en un lugar público, al que tengan acceso todas las cadenas. El PSOE, que en este punto ha estado mucho más listo que el PP, ha propuesto que sean los partidos los que organicen el set de los debates «y que todas las televisiones, públicas y privadas, dependientes e independientes» puedan emitirlos en igualdad de condiciones.

Este pacto, sobre el que aún falta detallar las cadenas en que se celebrarán, el temario y el formato, debe concretarse cuanto antes y sentar las bases de la normalización o institucionalización de los debates televisados entre candidatos.

No es admisible que en una democracia consolidada como la nuestra, los cara a cara sean una excepción en lugar de una obligación.

El último debate televisado entre candidatos a presidente del Gobierno lo protagonizaron Felipe González y José María Aznar hace nada menos que 14 años, lo que prueba hasta qué punto los partidos en el poder han priorizado sus estrategias para estimular o eludir estos lances, en función de cómo les ha ido en las encuestas.

Una posición aventajada puede sugerir la conveniencia de no arriesgar y evitar un encuentro que, sin duda, interesa a los ciudadanos y enriquece a la democracia.

No en balde, aquéllos duelos González-Aznar de 1993 cosecharon unas audiencias de en torno a los diez millones de telespectadores.

Los debates electorales no pueden ser un instrumento al servicio de los partidos, ni una oportunidad de negocio con la que premiar o amistarse con tal o cual cadena, sino un derecho de los ciudadanos y un deber de los candidatos.

Ahí es donde Rajoy y sus asesores no han estado muy finos, porque salir diciendo que no quiere debetair en TVE da una imagen dubitatiba del líder popular.

Si algún sentido tiene una televisión pública cuyo contrato programa nos va a costar este año 500 millones es servir de marco a este tipo de careos.

La negativa de Rajoy a participar en un mano a mano con Zapatero en TVE es una incongruencia y una equivocación estratégica, impropia de un candidato obligado a romper un empate.

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