Zapaterolandia o el país de los conejos


(PD).- Menos mal que el Gobierno ZP está en todo. Si a usted no le llega el salario para una pularda o un capón, si no se puede permitir un besugo, ni un cordero, ni un solomillo; si el marisco provoca alergia a su cuenta corriente;le ofrece una solución «sana, ligera, apetecible y barata»: esta Navidad, coma conejo.

Como escribe Ignacio Camacho en ABC, estos socialistas son unos pervertidos o unos inadvertidos, porque se necesita un cuajo muy notable para que un alto funcionario de Agricultura salga a dar una rueda de prensa, con la que está cayendo, el día en que el Banco Central Europeo da la voz de alarma sobre los precios, y recomiende sin el mínimo pestañeo que, para que no cunda el pánico, lo mejor es que los españoles coman conejo por Pascuas:

Ésta es la receta antiinflacionista de Zapatero. Para eso tiene 636 asesores, más los economistas de Solbes, más los técnicos del MAPA, que no es un término de cartografía, sino las siglas del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Todos esos cerebros, esos cráneos privilegiados, esa materia gris desparramada por el organigrama del Estado, no tienen mejor solución para la crisis de la cesta de la compra que aconsejar una imaginativa dieta navideña «de sustitución».

Parece de broma. Debería serlo. Pero es real: contra la inflación, el Gobierno de España sugiere el fomento de la cunicultura.

Hay cierta desfachatez, porque esto llega en una coyuntura especialmente delicada, cuando todo el país se escandaliza ante la crecida sideral de los precios, cuando el alza del IPC dispara el gasto extra de las pensiones compensatorias, cuando la preocupación económica se cuela en el salón de estar de las familias medias españolas.

Escribe Manuel Martín Ferrand en ABC que la mayor entre las escasas virtudes políticas de Zapatero reside en su «gran talento para la proporción».

Es cierto que tiende a buscar personajillos escasos, mínimos, para la titularidad de los ministerios que componen el mosaico de su Gobierno; pero, con gran respeto por el valor de la escala, los secretarios de Estado y los subsecretarios que acompañan a cada ministro no suelen ser más grandes que ellos:

Ahí tenemos, por ejemplo, junto a la titular de Agricultura, mi muy leve paisana Elena Espinosa, al secretario general de Agricultura y Alimentación, Josep Puxeu.

Este pájaro, para consolarnos del brutal incremento del precio de las cosas de comer, ha inventado los «productos de sustitución».

Parece dispuesto, como cuando teníamos Cartilla de Racionamiento, a demostrar que el chocolate hecho con algarrobas es más saludable que el elaborado con un buen cacao y que la achicoria es más rica que el café de Colombia.

Puxeu, y que el Señor le perdone, quiere darnos conejo por besugo, algo aún más tramposo que servir gato por liebre.

Nos supone ignorantes de lo que es un conejo y trata de instruirnos: es «una carne sana, ligera, muy apetecible y barata».

Los precios, por barato que quieran vendernos el conejo, están por las nubes y aún subirán más. Tres cuartos de litro de leche cuestan lo que costaba un litro hace menos de un año y los piensos siguen creciendo. No es lo deseable, pero tratar de disimularlo cambiándonos los platos que integran la tradición navideña, además de acreditar el nivel de quien lo propone, conlleva un desprecio notable por nuestra inteligencia cívica y nuestras costumbres litúrgicas.

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