El aquelarre nacionalista fomentado por ZP

(PD).- Ha sido la legislatura de acuerdos y arrumacos con todo tipo de nacionalistas. El autodenominado hasta la saciedad «Gobierno de España» ha hecho todo tipo de pactos con los grupos soberanistas de toda calaña haciendo frente común contra el PP. Como agradecimiento, todos estos partidos minoritarios le organizan un aquelarre como demostración de fuerza.

Ha sido en San Mamés, con el fútbol como excusa. Después de la exhibición de fuerza antiespañola de todos estos grupúsculos, el silencio del Ejecutivo y del PSOE ha sido clamoroso.

Ni una palabra sobre el partido entre las selecciones de «Euskal Herria» y Cataluña y toda la parafernalia independentista y radical que rodeó el encuentro, incluida la quema de la bandera de España, según ABC.

Sí, en cambio, hubo declaraciones públicas de dirigentes socialistas, pero sólo para criticar al PP y a Rajoy por las razones más variopintas.

En el País Vasco, la única crítica llegó desde el PP. Aquello del frente constitucionalista, formado por populares y socialistas vascos hace unos años, pasó a mejor vida.

También el PP catalán emitió un comunicado en el que acusa al PSC de «fomentar la animadversión de los catalanes hacia el resto de España» al permitir que Cataluña firmara una declaración que exige la oficialidad de su selección deportiva.

ERC: «Un gran acto»

El portavoz de ERC en el Parlamento catalán, Joan Ridao, estaba, en cambio, plenamente satisfecho. A su juicio, el partido entre «Euskal Herria» -así quieren llamar los nacionalistas vascos a su selección- y Cataluña es «un gran acto de afirmación de la voluntad de ser un país normal».

El fervor de los nacionalistas, que compartieron gradas en San Mamés con los proetarras y los carteles de los presos terroristas, contrasta con la indiferencia ciudadana que en los últimos años se ha instalado en una parte muy destacada de sus Comunidades. En Cataluña, la desafección hacia los políticos se hizo visible en el referéndum sobre el nuevo Estatuto de Autonomía: una abstención del 50,58 por ciento. En Galicia, el partido ganador de las últimas elecciones autonómicas fue el PP; el BNG quedó tercero, pero se hicieron fuertes gracias a que el PSOE les abrió las puertas de la Xunta y le dio una Vicepresidencia.

Y en el País Vasco, la desintegración del frente constitucionalista ha reducido la respuesta de esa parte de la ciudadanía a los excesos del nacionalismo. De aquel frente constitucionalista que a punto estuvo de desalojar al PNV de unas instituciones dominadas por la endogamia sólo queda ya resignación. Y mientras, muchos vascos abandonan su tierra.

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